Es asesora, docente y escritora, entre otras cosas. Heike Freire imparte conferencias y talleres por todo el mundo desde hace más de veinticinco años. Sus investigaciones sobre las relaciones entre salud, bienestar y aprendizaje en la naturaleza la han convertido en un referente de la Pedagogía Verde, enfoque educativo que ha creado y viene desarrollando desde los años 90. Este método parte de una constatación: «La sociedad actual sufre un déficit de naturaleza». Hoy da una charla en el Hemiciclo de Letras de la UMU.

¿Qué consecuencias tiene entre los más pequeños ese déficit?

La suma de sedentarismo, uso excesivo de dispositivos electrónicos y falta de contacto con la naturaleza produce un cóctel perjudicial para el bienestar físico y psicológico infantil. La insuficiente conexión con el medio natural es especialmente preocupante en entornos urbanos. Por ello, reanudar la relación con la tierra es asunto de todos y la escuela puede jugar un papel esencial para evitar una infancia enclaustrada. No nos damos cuenta de que nuestro organismo se ha desarrollado en este medio, y que estamos perfectamente concebidos para interactuar y desarrollarnos en el medio natural. No hay otro medio mejor que la naturaleza.

Ha comentado que esta carencia de contacto con nuestro entorno genera problemas físicos y psicológicos en los menores.

La obesidad es uno de ellos, por la peor calidad alimentaria y por el sedentarismo; pero también la miopía, pues cada vez pasan más tiempo en espacios cerrados con luz artificial que impide el desarrollo del ojo. También problemas respiratorios, diabetes... Todo porque el entorno urbanita no les permite desarrollarse en contacto con la naturaleza. Y en este marco debemos incluir los trastornos emocionales del espectro autista, como timidez extrema o falta de saber relacionarse; la hiperactividad, e incluso la fatiga por obligarles a estar concentrados demasiado tiempo mientras aprenden. A veces nos relacionamos más con la pantalla del móvil que con nuestros hijos, porque cuando hablamos de naturaleza no nos referimos solo al paisaje, también a la interacción entre nosotros, y ésta no se está produciendo.

¿Por qué infancia enclaustrada?

En los últimos 40 -50 años se ha producido un cambio brutal. Han pasado de ser niños y niñas que pasaban mucho tiempo en la calle, pero que les iba fenomenal en la escuela, a menores que van con la tablet y casi con corbata desde los tres años, que son hiperlimpios e hipercivilizados, y a los que les va fatal la escuela tal y como está pensada. Por eso hay un movimiento de transformación muy grande que trata de repensar la educación para responder a las necesidades de niños y niñas de hoy para que se desarrollen correctamente. Porque una persona que se siente enferma no puede aprender bien. Y esta transformación de la escuela también nos debe permitir acompañar la transición hacia una sociedad más ecológica y que pueda asegurar la continuidad de nuestra especie en el planeta, que está en peligro.

Ha mencionado los aparatos electrónicos. ¿Es compatible su uso con su modelo educativo o son antagónicos?

Es perfectamente compatible. Pensar en una sociedad más en contacto con la naturaleza no significa volver a los años 50. Hay muchas cosas del progreso y de la tecnología que podemos aprovechar. Pero el problema es que la naturaleza no tiene comerciales que la vendan y la tecnología tiene detrás muchos intereses económicos. Por ello, cuanta más tecnología tenemos, más naturaleza necesitamos. Se deben equilibrar ambas cosas. Y debemos pensar bien cómo introducir la tecnología en la escuela y cómo se compagina con el desarrollo de los niños.

¿Hacen mucho daño las redes sociales?

Las redes sociales impiden que los niños y jóvenes interactúen a nivel real. La tecnología es buena en tanto en cuanto amplíe nuestros horizontes; pero si nos quitan lo esencial, empobrece. Suplanta la vida virtual por la real, y ésta no la podemos perder. Nos estamos pasando de la raya y el equilibrio sólo puede salir de nosotros. Debemos ser dueños de nuestra vida y que las tecnologías estén a nuestro servicio y no al revés.

¿Debemos los padres entonar un 'mea culpa'?

Es cierto que a veces nos sentimos mal; pero necesitamos desculpabilizarnos porque la situación que estamos viviendo es difícil de superar individualmente. Necesitamos actuar colectivamente, con otras familias, con los maestros, con las asociaciones. Son problemas del entorno y todos somos víctimas del sistema.