«Salgo de la caravana y a lo mejor tengo en la puerta un zorro. Al día siguiente me encuentro un arce, un reno. Estoy rodeado de nieve y en cien kilómetros a la redonda solo hay montañas». Este es el paisaje que se encuentra Jesús Garrido, nacido en el barrio murciano de Santiago el Mayor hace 24 años, cuando sale de su hogar rodante situado en una aldea sueca de 80 habitantes. La historia de este joven que se dedica a capturar auroras boreales con su cámara, sin duda, se sale de los cánones.

Cuando Garrido salió de la Región hace cuatro años, no se imaginaba que National Geographic publicaría una foto suya. Le gusta la fotografía desde pequeño, pero no tenía dinero para comprarse una buena cámara. Su vida cambió cuando empezó a viajar.

«Me fui de España a trabajar de cargador de camiones en Holanda, de ahí pasé a cocinar y, en mis ratos libres, siempre sacaba la cámara para hacer fotos, hasta que convertí la fotografía en mi trabajo», recuerda.

Ahora vive en Abisko, una pequeña aldea de Suecia en el Círculo Polar Ártico. En el momento de la entrevista, el termómetro de LA OPINIÓN marca 18 grados. En la aldea de Garrido el mercurio desciende a menos 26. Uno de los lagos más grandes del país, el Torneträsk, se encuentra en la zona y en esta época, está congelado. Para llegar a la ciudad más cercana hay que recorrer 100 kilómetros.

Asegura que si vives allí te acostumbras un poco. Aun así, calcula que tarda unos quince minutos en quitarse toda la ropa que necesita para salir a la calle. «Si me visto para salir fuera y estar más de diez minutos, me tengo que poner tres pantalones, mallas térmicas, camiseta térmica, cinco o seis capas arriba, parches térmicos para los pies...».

«Aquí no hay médico, no hay hospital, no hay peluquería, nada». En Abisko solo hay un supermercado y es gracias a un impuesto sobre el azúcar del país vecino. «Es curioso porque es casi solo para los noruegos. Este supermercado lo abrieron por ellos, porque allí hay un impuesto al azúcar que no se paga aquí, entonces vienen a comprar golosinas, refrescos, solo cosas dulces. Por eso tenemos supermercado, si no tampoco habría».

Garrido eligió este enclave casi en la cima del mundo porque es un lugar único para su trabajo, donde puede conseguir las mejores imágenes. Solo trabaja de camarero si le flojea la principal ocupación. «Me gano la vida solo con la fotografía y como guía. Hago excursiones por la montaña, enseño a la gente a hacer fotos y trabajo de fotógrafo en una empresa». Lleva a los turistas en una moto de nieve con un remolque enganchado, «según el día vamos a la montaña o vamos al lago congelado, a una isla que hay en el centro y se puede llegar con la moto o con el coche».

-¡¿Se puede ir con el coche por el lago?!

-Sí, sí, ahora mismo está el lago congelado y podemos conducir por encima si queremos. Es una locura.

Cuando llegan a la isla, les deja una cámara a cada uno, les enseña los ajustes necesarios, y, después, «pasamos tres o cuatro horas esperando». Esperan uno de los fenómenos naturales más impresionantes del mundo.

«Cuando la gente ve por primera vez la aurora boreal, la sensación es increíble. La gente se pone a saltar, a chillar. Hay quien deja la cámara y se tumba en el suelo a verla». Garrido asegura que el fenómeno nunca deja de sorprender: «A mí me sigue pasando. Yo la he visto no sé cuántas veces ya, pero cuando veo una de estas fuertes que bailan y se ven los colores en el cielo, dejo la cámara y me quedo como flotando».

Cuando no trabaja como guía, sale a la caza de la aurora boreal. La preparación es importante, hacer fotos a menos 30 grados supone un riesgo. Garrido cuenta que «hay gente a la que se le ha congelado la punta de la nariz y le han tenido que quitar trozos».

Por extraño que parezca, asegura que se ha aclimatado al lugar: «Yo disfruto también con este tiempo. Si tienes buena ropa y vas bien abrigado, se aguanta. Todo el mundo aquí me dice que vaya cambio de clima de Murcia aquí. Hace la misma temperatura, pero en negativo».

Paciencia: la madre de la fotografía

La caza de una aurora boreal requiere tiempo. «Primero salgo de día para conocer la zona. Puede haber un río o un lago que esté congelado, pero a lo mejor te hundes». Además de reconocer el terreno, busca el encuadre perfecto para tenerlo todo en mente. De noche, vuelve al lugar, coloca el trípode «y a esperar». «A veces hacemos algún fuego lejos de la cámara para que no interfiera en la imagen, nos quedamos calenticos y cuando surge la foto, a trabajar».

Son necesarias horas y horas de espera para lograr instantáneas de la aurora boreal tan impresionantes como las que muestra en su cuenta de Instagram (@kenoz_ ) y que han despertado el interés de una institución de tanto peso.

"Nos quedamos flipando"

Una hora y media tuvo que esperar, dando vueltas alrededor del lago para que cuatro cisnes bebés le regalaran una buena pose. Es la foto que ha atraído la atención de National Geographic. Recuerda que «en el momento que supe que me habían publicado estaba con una amigo fotógrafo que también es de España, de Barcelona. Estábamos en mi caravana, viendo el instagram para subir una foto y me llegó una notificación: National Geographic te ha etiquetado en una foto».

«Nos quedamos los dos flipando», asegura. Todo surgió porque Garrido sube sus fotos a Yourshot, un espacio de National Geographic donde los fotógrafos pueden colocar su trabajo.

Esta publicación es un empujón para él. «Supone una motivación, hay gente importante que está siguiendo lo que hago. Más ganas de seguir e intentar meter la cabeza poco a poco».

En su horizonte no está volver a su tierra en este momento. Quiere seguir haciendo fotos en el Círculo Polar Ártico. « Ahora mismo estoy en contacto con varias compañías que hacen cruceros que van a Svalbard, la isla más cercana al Polo Norte, con los barcos rompehielos. Mi proyecto es trabajar en alguno de esos barcos».

Si lo consigue, tendrá dos labores: hacer de guía de los turistas que se embarquen en el crucero y capturar instantáneas de uno de los lugares más exóticos del planeta.

Viajar. Jesús Garrido lo tiene claro. Su consejo a cualquier fotógrafo que empiece es que viaje. «Tendrá la oportunidad de hacer otras fotos, de aprender, de conocer gente. Es importante que practique, que lea. Pero, sobre todo, viajar».

Y, aplicándose el cuento, Garrido quiere seguir moviéndose por el mundo, no tiene en mente volver. «No creo que vuelva a la Región para vivir. Me gusta volver de vacaciones para visitar a la familia, a los amigos, a mis perros sobre todo. Y para disfrutar de un clima más amable, pero en verano tampoco voy a ir», bromea.

-¿Un mensaje para despedirte?

-A los murcianos: que disfrutéis mucho del sol, que aquí se echa de menos.

Fauna Diversa. Una de las ventajas de la fotografía en Suecia son los animales

Arces, renos, zorros, cisnes... En el lugar donde vive este murciano la fauna es diversa y muy diferente a la que se encuentra en España. Cuando no tiene trabajo como guía, Garrido sale a la montaña expresamente a buscar buenas fotos de los múltiples animales que puede localizar.