De 25 en 25. Así se van a ir repartiendo los 300 taxistas de Murcia para operar en Corvera. Ayer por la mañana se encontraban «perfectamente», aseguraban varios de ellos a LA OPINIÓN. Habían llevado a unos cuantos guiris a sus destinos. No había protestas de taxistas de otros municipios alrededor de ellos. En las últimas semanas, chóferes de lugares como Alcantarilla o Cartagena se habían manifestado varias veces porque quieren trabajar en el aeropuerto nuevo. Ayer, día de la inauguración, no hubo protesta alguna. «Mejor, sin malos rollos entre compañeros», decía un taxista murciano.

Los que no estaban precisamente tranquilos eran la media docena de hombres que había tras una pancarta. Vestían de negro luto, portaban una bandera de España y únicamente gritaban: «¡Funcionarios de prisiones! ¡Funcionarios de prisiones!» Sin siglas de sindicatos, también se dejaban ver el lunes, en la puerta de la conferencia del ministro Pedro Duque. Entonces les acompañaban fans de la homeopatía. Estos últimos no se dejaron caer ayer por Corvera, al menos con pancartas.

Pancartas no, pero sí banderas, agitaban los curiosos que esperaban en la puerta del aeródromo, ante el blindaje de profesionales del Instituto Armado. Banderas pequeñas, enseñas nacionales, que portaban en las manos. «Nos haría ilusión ver al rey», apuntaba una señora. Un hombre, a su lado, iba más allá y subrayaba que al monarca «hay que quererlo como a un hijo». Pero el rey no pasó a saludar, algo que disgustó mucho a Remedios, Gloria y Ramón, que habían ido «de Molina expresamente» con esperanza de que el monarca les saludase, comentaron.

El cariño que parte del pueblo murciano quería profesar cara a cara a Felipe VI («a lo mejor ahora pasa a darnos la mano», esperaba la gente congregada, incluso cuando el rey ya se había ido volando) se lo dieron los representantes de la sociedad civil y militar y los invitados que asistieron al acto. Mientras, los de la puerta se empezaban a conformar con ver a personalidades («mira, nena, el obispo», decía un hombre a su señora), se movían de sitio los seis que protestaban («¡funcionarios de prisiones!», insistían, sin puntualizar más reivindicación) y se situaban junto a los vecinos. Ya ahí hicieron menos ruido. Se limitaron a hacer sonar una bocina de cuando en cuando y ya.

De que todo estuviese en orden se encargaban los miembros de la USECIC (Unidad de Seguridad Ciudadana de Comandancia) de la Benemérita. También en la puerta, ambulancias (por si pasase algo) y vehículos de la Policía.

Diez minutos antes de la una de la tarde, cuando el monarca hacía ya rato que se había marchado de Murcia en el mismo avión en el que aterrizó, se deshizo el cordón de seguridad y se permitió a los paisanos acceder al recinto. Y es que muchos de ellos, admitieron, estaban ahí «para verlo».

«Al rey también, pero al rey es más difícil. Al menos que veamos el aeropuerto, que son muchos años diciendo que lo van a abrir y por fin, gracias a Dios, lo han abierto», señalaba Josefa, de 72 años, que reconocía que «yo pensaba que me iba a morir sin verlo abierto», aunque, a la pregunta de cuándo espera coger un vuelo allí para hacer un viaje, responde que «nunca». Solo tenía capricho de verlo «por gusto», reconocía.

Curiosidad: cuando se dejó al público entrar en las instalaciones, fue tal la afluencia que las personas formaron un tapón en una de las puertas giratorias... y la puerta se rompió. Ahí quedó, medio abierta. La gente empezó a entrar por la que quedaba sana y listo. Una vez dentro de Corvera, el respetable no quiso pasar la oportunidad de hacerse una foto delante del panel, con letras blancas sobre fondo verde, que dice: 'Aeropuerto Internacional Región de Murcia. Bienvenido'.. Bien hallado.