La Fundación Sierra Minera elaboró en 2006 un informe que documentaba la existencia de hasta 72 pozos peligrosos por carecer de brocal (tapadera en la boca del pozo) o por tener un brocal en estado "deficiente o muy deficiente" en ese momento, y remitió este inventario a la Dirección General de Minas, dependiente de la Comunidad Autónoma.

En concreto, la Fundación detectó estos pozos peligrosos en la sierra minera de Cartagena y La Unión a raíz de un estudio de análisis de riesgos por contaminación en la Sierra Minera, en el marco de un proyecto europeo.

Así lo ha hecho saber el gerente de la Fundación Sierra Minera, Pedro Martos, quien ha explicado que, después de remitir ese informe a la Administración regional, la Fundación ha ido comunicando casos concretos que ha ido descubriendo después.

Por ejemplo, la Fundación envió a la Dirección General de Minas en 2018 un informe con otros tres pozos que había detectado en estado deficiente en distintas visitas, y pidió a la Administración un inventario de las actuaciones emprendidas a raíz del informe de 2006.

La polémica por la existencia de pozos peligrosos se ha reactivado después de que Julen, un niño de dos años, cayera hace ya cinco días por uno de ellos en la localidad malagueña de Totalán y aún no se ha conseguido sacar del agujero.

La Fundación es consciente de que la Dirección General ha realizado intervenciones en algunos de esos pozos, pero no tiene en su poder la información exhaustiva de todas las actuaciones llevadas a cabo.

La Fundación estima que el número de pozos peligrosos es ahora "menor" porque la Administración "ha ido actuando y adecuando brocales". No obstante, carece de un inventario definitivo, a pesar de que lo han solicitado a la Dirección General, y no ha hecho una nueva revisión "pozo por pozo".

"Lamentablemente, todavía siguen habiendo bastantes pozos mineros que no tienen un brocal adecuado de protección, o ese brocal está en un estado deficiente", tal y como critica Martos, quien destaca que es la Dirección General de Minas la que tiene esa información y la que "debería tener un seguimiento de la situación".

Ha explicado que la Sierra Minera cuenta con pozos de hasta 200, 300 o, incluso, 400 metros de profundidad. "Otros tienen menos profundidad, ya que hay una variabilidad muy amplia en función de la situación de los mismos", según Martos, quien destaca que "no es la primera vez que se ha registrado un accidente en alguno de estos pozos".

Martos ha señalado que "lo normal es que los pozos tengan un brocal que, muchas veces, es de obra, de mampostería o de bloques de hormigón". El problema, añade, es que "hay casos en los que no existe brocal y los pozos están prácticamente abiertos a ras del terreno", o el brocal está "deteriorado", con lo que "puede haber un accidente si alguien se aproxima excesivamente".

"Hablamos de algunos pozos mineros que tienen profundidades muy elevadas, de 100 o 200 metros de profundidad, evidentemente el peligro es importante", advierte el gerente de la Fundación, quien señala que el diámetro de estos pozos también es variable.