El incremento de los costes energéticos va a mermar las posibilidades de mejora en la renta de los agricultores europeos, que van a ver cómo se mantienen, en los próximos doce años, los actuales ingresos pese al incremento de la productividad.

Esta es una de las conclusiones que se recogen en el 'Informe sobre las perspectivas agrícolas de la UE 2018-2030' que acaba de publicar la Comisión Europea. En este análisis hace previsiones sobre el futuro de los mercados de algunos productos, como frutas y hortalizas, y también analiza los ingresos para este sector que se esperan en ese horizonte, y cómo afecta a la renta de los agricultores los cambios en los mercados.

Bajo el epígrafe 'Ingresos Agrícolas', el informe analiza cómo los cambios en los mercados en el periodo estudiado afecta al colectivo, basándose en los supuestos actuales.

«Aunque se prevé un incremento de los ingresos agrícolas en un 17% en este periodo, los agricultores no lo llegarán a notar, y mantendrán una renta estabilizada debido a que factores como los costes intermedios, que van a incrementarse en un similar porcentaje», se apunta en el análisis.

El documento recuerda que especialmente desde que los precios alcanzaron importantes «picos» en 2011, los ingresos en este sector han seguido creciendo, si bien se han estabilizado en recientes años: el incremento de los costes energéticos o el aumento de otros 'inputs', como los servicios de asesoramiento o los productos para la protección de los cultivos han tenido la culpa.

Aun así se espera que a medio plazo, la productividad en la agricultura aumente. Como también el que cada vez tengan más peso en este sector el uso de herramientas de alta precisión, como las tecnologías digitales: ajustarán los costes e incrementarán la seguridad alimentaria, al mejorar la trazabilidad de los productos, indica el informe.

Trabajadores del campo

Además, se subraya que en este tiempo va a continuar la pérdida de mano de obra en este sector debido al aumento de la mecanización y la modernización de sus explotaciones, «lo que también jugará un importante papel en la evolución de los ingresos».

Sin embargo, esta pérdida se espera que se produzca a un paso más lento que el que ha tenido lugar durante la última década.

Se espera que la disminución sea de un dos por ciento anual en la Unión Europea hasta 2030 y que el total de la mano de obra alcance entonces los 7,7 millones de personas.

Esta cifra contrasta con los 15 millones de personas que vivían de la agricultura en Europa en el año 2000 y los 9,4 millones que seguían dependiendo de este sector en 2017. Asimismo, se apunta que el 70 por ciento son agricultores a tiempo total y explotaciones familiares.

Este análisis puntualiza que se espera que, como ha venido ocurriendo en España y en Italia en los pasados tres años, se mantenga la tendencia ascendente de una mano de obra cada vez más «capacitada y mejor preparada».

Por lo que respecta a los responsables o propietarios de las explotaciones, se constata que desde 2005 hasta 2016 se ha producido un descenso entre los menores de 35 años, en favor de los mayores de 55. El grupo de edad entre los 35 y 45 se mantiene estable en ese periodo.

Menos minifundios

Por lo que respecta al número de granjas o explotaciones agrícolas, el estudio constata que en 2016 había 10,5 millones a lo largo de la UE, un 30% menos que en 2005.

Son las fincas de tamaño medio (entre 5 y 50 hectáreas) las que más han crecido entre 2005 y 2016; seguidas de las que tienen más de 50 hectáreas. Por el contrario, el número de haciendas de menos de cinco hectáreas han disminuido, aunque suponen el 64% del total de explotaciones en la Unión Europea.

En cuanto a los precios de la tierra cultivable, se indica que se han incrementado en la última década debido a la menor disponibilidad de fincas agrícolas y a la competitividad de la demanda de la tierra para otros usos. El informe, sin embargo, no se para a analizar si esta tendencia se puede mantener en el horizonte que marca este estudio.

El estudio de la Comisión recoge previsiones sobre una amplia gama de productos agroalimentarios, que incluyen carne, cultivos herbáceos, leche y productos lácteos, y frutas y verduras. Analiza también la evolución de los ingresos agrícolas, entre otras.