Costó mucho trabajo y muchos años de lucha lograr que el río Chícamo, un ‘humilde’ curso de agua que discurre por Abanilla, no fuera entubado. El río Chícamo es el último afluente del río Segura antes de su desembocadura en el Mar Mediterráneo, si bien está desconectado del mismo, es decir, que sus aguas no llegan al Segura. Un proyecto europeo de Ecologistas en Acción, llevado a cabo el otoño pasado a través de un convenio con Tragsatec, supone un granito más de arena para que este efluente renazca poco a poco. La participación de voluntarios ha sido clave en el desarrollo de este programa.

«La conservación y protección del medio ambiente debe pasar por una apertura a la participación ciudadana, ya que mediante esta vía se promueve la toma de conciencia de la capacidad individual y colectiva para revertir la degradación que afecta a los espacios naturales», explica Brígida Carvalho, de Ecologistas en Acción.

De entre esos espacios, aquellos que cuentan con el componente fluvial, ya sean ríos, lagunas o pantanos, toman especial relevancia por la enorme biodiversidad que se genera en esos entornos, y lo escaso del recurso hídrico en la Región.

El proyecto tenía como objetivo último mantener y mejorar el entorno de la Reserva Natural Fluvial (RNF) del río Chícamo y en los sucesivos fines de semana se llevaron a cabo actividades como seguimiento de las riberas repobladas, mantenimiento y mejora; eliminación de especies exóticas (especialmente de flora) y repoblación con especies autóctonas; batidas de limpieza selectiva y evacuación de basuras, en las que se consiguió retirar algo más de un metro cúbico y se recogieron de forma selectiva vidrios, plásticos, fibras y telas, y enseres domésticos, entre otros.

Los ecologistas llevaron a cabo una charla sobre patrimonio y diversidad (geológica, faunística y florística) de la zona. «La ruta desarrollada en el cauce encajado del río tuvo una acogida inmejorable», comenta Carvalho, que añade que su desarrollo permitió conocer «la lucha proteccionista que sobre ese nacimiento y sus aguas se ha venido llevando a cabo». Esta fue una de las actividades mejor valoradas tras el análisis de su repercusión en redes sociales.

Cada actuación ha contado con la participación de entre 10 y 19 voluntarios y le ha dado nuevos aires a un río que es el único representante del ecotipo ‘ríos mediterráneos muy mineralizados’ en la cuenca del Segura. Un efluente que tiene la peculiaridad de que en las épocas secas sufre acusados estiajes, conservando solo pequeñas charcas en algunas zonas. «Es destacable la presencia de fartet en ellas, especie en peligro de extinción, y que supone uno de los pocos ejemplos en ríos interiores», concluye Carvalho.