Como el que sueña de niño con ser futbolista, Eloy Sánchez Rosillo quería convertirse en poeta. «Y cuando eres un jovenzuelo y sueñas con una cosa tan hermosa tiendes a pensar que no vas a ser capaz, que no vas a conseguirlo. Así que ver esto, y poder tocarlo, y cogerlo, y ver que realmente lo has hecho, es, creo, lo máximo a lo que uno puede aspirar», apunta. Lo dice cuando se le pregunta por Las cosas como fueron. Poesía completa, 1974-2017, un volumen que recoge las más de cuatro décadas de trabajo de uno de los poetas fundamentales de nuestro tiempo; que recoge, dice, «todo lo que yo he publicado, pero no toda mi prehistoria poética». «Porque yo empecé a escribir antes incluso de los 17, pero fue ahí cuando descubrí que ésta -la poesía- era mi verdadera vocación, lo que yo quería ser; y a esa edad, el sueño de querer ser poeta te sobrepasa...», recuerda, humilde, el murciano, profesor de Literatura Española en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia.

«Te sobrepasa porque quieres hacerlo, y lo tienes decidido, pero claro, lees a los grandes poetas y ves que lo que vas haciendo no se parece en nada -recuerda entre risas Sánchez Rosillo (Murcia, 1948)-. Entonces, que hayan pasado estos 40 años y que ahora vea toda la cosecha poética, para mí te aseguro que es un orgullo y una satisfacción inmensa», sentencia sobre el tomo publicado por Tusquets el pasado mes de febrero, apenas unos meses después de que se cumplieran cuatro décadas desde que recibiera el prestigioso Premio Adonáis por Maneras de estar solo.

De hecho, quizá este sea otro de los motivos por los que 2018 haya sido el año del ‘gran poeta de La Vida’, que en abril recibió un homenaje en el Museo Ramón Gaya con motivo del Día del Libro y, el mes pasado, la Asociación de Poetas y Escritores Amigos del Real Casino de Murcia hizo lo propio durante la apertura del curso literario. «Es hermoso ver que tu obra ha calado un poco, o mucho, en alguien que no eres tu, que son ‘los otros’. Te da un poco la clave de que a lo mejor no has perdido el tiempo del todo, que lo que has hecho puede ser que tenga algún valor; aunque sobre eso serán las sucesivas generaciones las que decidan...», insiste Eloy. «Yo no entro a valorar, como es lógico, el valor de mis versos, si son mejores o peores, pero estoy orgullo de haber podido llevar a cabo esta tarea, de estar en el mundo como ‘poeta’. Para mí, haber estado toda mi vida en este camino es realmente hermoso; y ojalá el tiempo lo respete, pero solo con haberlo apostado todo a esto me siento satisfecho», asegura nuestro Premio Nacional de la Crítica (en 2005, por La certeza).

Y aunque sus palabras y la publicación de sus obras completas suenen como un punto y final, Sánchez Rosillo espera que Las cosas como fueron tenga que ampliarse, con el tiempo, en algunas páginas: «Yo quiero continuar escribiendo y, de hecho, ya tengo avanzado un nuevo libro que espero llevar a término si Dios me da salud»; aunque esto es algo que no depende absolutamente de él. «El poeta es una persona como cualquier otra pero a la que a veces le visita la poesía. Este no es un trabajo que se pueda realizar con la experiencia de lo hecho anteriormente, como le ocurre al arquitecto, por ejemplo. En la poesía, igual que en el resto de las artes, siempre estás empezando; cómo vayas a hacer el siguiente texto está en el aire, es algo potencial. De hecho, cuando escribes -al menos así me ocurre a mí- piensas que éste, el que estás haciendo, puede ser el último», desvela. «Lo que si te puedo afirmar es que, cuando no he estado escribiendo, siempre he estado rogando que la poesía volviera a visitarme. Y así ha sido, por fortuna, hasta ahora», señala el maestro.

Y es que, para Sánchez Rosillo, «la poesía preexiste al poeta, está en el mundo». «El poeta solo es el hilo conductor: a veces tiene la suerte de que la poesía desciende hacia él y ésta llega al papel», concreta. Son pues, para él, una suerte de ‘traductores’; pero igual que un músico o un pintor: «Yo no veo diferencia entre unos y otros. Al final, todos llegan a un mismo sitio: a esos lugares sensibles del espíritu, aunque lo hagan por distintos caminos y medios. Notas, pinceles..., ¿qué diferencia hay? ¿Qué diferencia hay entre Beethoven y Mozart y San Juan y Garcilaso?». Eso sí, no todos reciben esa poesía que está en el mundo, apunta: «Hay muchos que lo intentan pero que... En fin, en el fondo por muy pocos pasa verdaderamente la poesía. Y, por eso, acercarse a la obra de alguien que realmente ha escrito poemas hermosos y verdaderos es maravilloso». Y aunque la humildad preceda en todo momento a su figura -ampliamente reconocida no solo en la Región, sino fuera de nuestras fronteras-, Eloy Sánchez Rosillo se sabe un poeta verdadero, y en ese sentido, lo que se desprende de su poesía, «igual que de la de todos los poetas que hayan escrito con verdad», es que «la vida es maravillosa y merece la pena vivirla»

Por eso, antes de despedirse, el poeta, de nuevo, insiste: aunque el suyo «siempre ha sido un género poco leído, nada mayoritario», la poesía está muy presente en nuestras vidas. «No la de los libros, pero sí la del mundo. Y yo realmente creo que nadie podría vivir ni un solo día sin esa poesía». Así que, Eloy, gracias; gracias por acercárnosla a través de la tinta y el papel y mantener vivo, más de cuarenta años después, ese anhelo de un niño que, como el que quiere ser futbolista, soñaba con ser poeta.