Las charlas de papá o mamá o las ilustraciones inocentes de los libros de texto pasaron a la historia. Internet y, más concretamente el porno, se ha convertido en el espacio al que acuden muchos jóvenes que quieren aprender sobre sexo. Una industria que mueve miles de millones de euros y que está enganchando también a los menores de edad. Según distintos estudios, en nuestro país el 33% de los menores han visto webs porno y un 41% de los chicos de 12 a 17 años se informan del sexo por Internet.

El problema es que, si 'doctor Google' es peligroso, la pornografía como guía de inicio para las relaciones sexuales deja mucho que desear. Los expertos ya alertan de las consecuencias. «Nadie explica a los jóvenes que lo que están viendo no es real, es cine y, por tanto, se hacen una idea muy equivocada de la sexualidad», señala la sexóloga Iracy Llinares. Posturas imposibles, orgasmos eternos y la mujer convertida en un objeto de placer. El problema llega cuando los jóvenes se enfrentan a sus primeras relaciones sexuales. «Ellos piensan que deben hacer lo que ven en los vídeos y ellas no se sienten tan cómodas con ese papel de objeto sexual permanente», explica Llinares.

La forma de consumir pornografía también ha cambiado desde la irrupción de los smartphones. Los vídeos se han adaptado a estos nuevos formatos, por lo que son cada vez más cortos y con mayor potencia erótica. Los expertos ponen el acento en el riesgo que hay: a golpe de clic, menores de edad se adentran en un universo «que no tienen por qué ver» hasta que no cumplan 18, subrayan al respecto.

Otra de las derivadas del consumo de pornografía a través de Internet es el escaso fomento de la protección en las relaciones sexuales, aseguran.

La solución a este bombardeo de pornografía en la Red pasa, a juicio de la sexóloga Iracy Llinares, por más formación sexual en los colegios para que los chicos y chicas no tengan que acudir a internet.

«Dan tres charlas y piensan que con eso es suficiente. Es necesario reivindicar la figura del sexólogo», tiene claro.

Por su parte, Jesús Eugenio Rodríguez, director del Instituto Sexológico Murciano, explica que «debido a la facilidad con que los menores pueden acceder a pornografía en los últimos años y los potenciales efectos negativos que puede tener este comportamiento, los estudios empíricos sobre el uso de la pornografía en menores han proliferado en los últimos 20 años».

En este sentido, detalla que «revisando los cientos de estudios publicados se observa que en algunos casos las conclusiones son opuestas. Una reciente revisión publicada en el Journal of Sex Research ha intentado integrar todos los resultados y aclarar la cuestión, aunque el debate sigue abierto».

El responsable del Instituto Sexológico destaca que «la mayoría de los estudios se han centrado en asociar el consumo de pornografía en menores con los riesgos y potenciales peligros que eso conlleva más que con las implicaciones positivas que se podrían derivar de su uso».

En cuanto al perfil, dice que «los menores usuarios de pornografía serían mayoritariamente chicos, su uso sería más frecuente en aquellos que están en la pubertad y que tienen relaciones familiares problemáticas».

A juicio de Rodríguez, «el uso de la pornografía en menores se asocia a una mayor permisividad sexual e ideas más estereotipadas sobre los roles de género así como con una edad más temprana para la primera relación coital».

Asimismo, el experto apostilla que «también está relacionado con una mayor tendencia al sexo casual y con las agresiones sexuales tanto en la perpetración como en la victimización».

En cuanto a las cifras, especifica que «datos de dos informes sobre sexualidad del hombre y la mujer en la Región de Murcia publicados por el Instituto Sexológico Murciano señalan la edad media para la primera relación coital en nuestra Región en 16.8 años para los chicos y 16.9 años para las chicas».

Además, «la primera vez que se masturbaron fue de media a los 14.9 años para ellas y 12.3 años para ellos».

Jesús Eugenio Rodríguez señala que «a esto hay que unirle los datos de educación sexual donde en el 69% de los hogares murcianos no se habla de sexo y donde el 62% de los encuestados consideraba que no era adecuada la educación sexual recibida durante la adolescencia».

«Por tanto podemos concluir que el uso de la pornografía asociado a la falta de educación sexual en los menores murcianos fomentaría los estereotipos sobre los roles de género, aumentaría la probabilidad de que mantengan relaciones sexuales de riesgo, y también de perpetrar agresiones sexuales», denuncia el director del Instituto Sexológico.