«Hay que quedarse con el dato positivo de que ayer el dolor de tres familias sirvió para transmutarse en la alegría de otras ocho», comentó Pablo Ramírez, Coordinador Regional de Trasplantes, en conversación telefónica a LA OPINIÓN.

Y es que el Hospital Virgen de la Arrixaca superó con creces su media de intervenciones en materia de trasplantes el pasado 24 de diciembre, día de Nochebuena, al realizar nada menos que ocho, una cifra que coincide con su media mensual en términos normales.

Toda una proeza que apartó a más de un centenar (en «torno a los 120») de profesionales sanitarios de toda índole entre médicos, enfermeros, auxiliares y celadores de sus compromisos personales y familiares para atender su prioritaria vocación de servicio a la población y que mantuvo un total de 6 quirófanos del hospital en funcionamiento prácticamente ininterrumpido durante mañana, tarde y noche.

Tres donantes múltiples anónimos, dos de ellos fallecidos de sendas hemorragias cerebrales y uno de ellos tras un traumatismo en un accidente de tráfico, de los que extrajeron un total de ocho órganos con los que se realizaron las intervenciones, concretamente cuatro trasplantes de riñón, tres de hígado y uno de corazón, que han servido para salvar la vida de ocho personas.

Proceso de actuación

La jornada comenzaba con el recibimiento del primer potencial donante, tras lo que se activaba el equipo de Coordinación Hospitalaria, con el dr. Mario Royo-Villanova al frente, junto a su equipo de enfermeros: Rosa Blanco, Julio Zambudio, Juan Manuel Fernández y Concha Vicente.

Tras evaluar y validar los órganos, se produjo entonces el «enorme gesto de generosidad», como califica el propio Ramírez, por parte de la familia que autorizaba las donaciones, y el equipo movilizaba a los trabajadores que, «en otro gesto vocacional de altruismo y generosidad» se separaban de sus respectivas familias en un día como Nochebuena para hacer lo que mejor se les da, salvar vidas.

Y así ocurrió también con los otros dos donantes, uno de ellos fallecido en un accidente de tráfico pese a que actualmente menos del 5% de las donaciones se producen de fallecidos en tales circunstancias, «cuando hace 20 años eran la mitad, algo que sin duda hemos de agradecer al cinturón de seguridad, el casco y otras importantes medidas de éxito en materia de seguridad víal», quiso destacar Ramírez, y con las sucesivas extracciones e intervenciones que transformaron así el dolor de tres familias en la dicha de otras ocho.

Todo un «test de resistencia» que el Sistema Murciano de Salud «aprobó con creces», algo de lo que Pablo Ramírez se siente «muy, muy orgulloso» y que le gustaría que a todos nos hiciera sentir así. Asimismo quiere destacar la «impecable» labor realizada por todo el equipo de profesionales implicados ayer, desde el propio equipo de Coordinación a los trabajadores que movilizaron, recordando que no sólo implican al personal estrictamente sanitario, sino también al logístico y a todo el equipo que preparó y limpió los quirófanos entre intervención e intervención, porque sin ellos no hubiera sido posible este milagro navideño.

Si el que los órganos de sus familiares hayan servido para salvar la vida de otras personas sirve o no de consuelo a los afectados es algo que ni nos incumbe ni tiene relevancia, pero gracias «a su enorme gesto de generosidad» el sistema, como afirma Ramírez, funciona.