La actividad de estos miniyoutubers no está exenta de riesgos para el menor. La directora del máster en Terapia Psicológica con Niños y Adolescentes de la Universidad Miguel Hernández, Mireia Orgilés, alerta de que «un niño de 7 u 8 años no está preparado para lo que implica estar en primera línea en las redes sociales.

Las actividades de un niño deben ser las propias de la infancia, y es obligación de los adultos protegerle y evitar que esa exposición pública perjudique a su desarrollo.

Entre otras consecuencias, las críticas y las opiniones negativas de los demás pueden afectar a su autoestima que se puede ver mermada al recibir críticas o al dejar de ser tan exitoso en la red». Por otra parte, el exceso de privilegios «puede provocar que el niño se acostumbre a una vida fácil e irreal y no tolere la frustración». Otro riesgo es que «siendo adultos se arrepientan del contenido que circula por la red y su estabilidad emocional se vea afectada por que, por ejemplo, se burlen de él y culpe a sus padres».

Por ello, Orgilés aconseja a los padres proteger a los niños de la sobreexposición pública y mediática, manteniendo esta actividad como un hobby y no un negocio, y preparar al niño para dejar de tener privilegios.