Desde la Sociedad de Reumatología, su presidente el doctor Carmelo Tornero Ramos, insiste en la importancia del tratamiento precoz y los nuevos fármacos para evitar lesiones estructurales en las articulaciones y otros órganos, dado que es una enfermedad sistémica que no solo afecta a las articulaciones, permitiendo a los paciente tener una mejor calidad de vida.

Entre los tratamientos, la casi totalidad de los pacientes precisan de antiinflamatorios no esteroideos (ibuprofeno, diclofenaco, eterocoxib, naproxeno), analgésicos como el paracetamol o el metamizol y glucocorticoides, que si se toman de la forma indicada los pacientes tendrá menos posibilidades de presentar efectos secundarios.

A estos se suman otros tratamientos ya más específicos de esta patología, los fármacos modificadores de la enfermedad (FAME) como el metrotexato (MTX) que necesitan de un mayor control por parte del reumatólogo con visitas y controles analíticos cada dos o tres meses, y cuya característica principal es que frenan la enfermedad para prevenir secuelas estructurales y hacen que el paciente precise de menos dosis de los glucocorticodes, por lo que a veces también los llaman fármacos ahorradores de corticoides.

Pero hoy día se ha avanzado más en el tratamiento de la artritis reumatoide con los denominados fármacos biológicos, que se administran vía subcutánea o intravenosa, que van contra determinadas señales del sistema inmunológico que intervienen en el daño estructural de la enfermedad (bloquean o inhiben determinadas sustancias que intervienen en la inflamación de una forma especifica). Por último se encuentran disponibles los tratamiento biosimilares, que como su nombre indica son similares a los biológicos (no genéricos).