El ámbito de la biología ha sufrido un verdadero terremoto en la última semana tras el anuncio del científico chino He Jiankui, quien ha desvelado el nacimiento de dos gemelas a las que modificó genéticamente. Los efectos han sido inmediatos y mientras que los 'colegas' de profesión consideran que ha sido una acción completamente «irresponsable», desde el Gobierno chino se ha abierto una investigación, prohibiendo que el genetista y su equipo puedan seguir con sus trabajos. Sobre este y otros asuntos habló ayer con LA OPINIÓN el profesor Antonio Urries, presidente de la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción (Asebir), quien ha participado en la Universidad de Murcia (UMU) en una mesa redonda sobre '¿Cómo trabajar como embriólogo clínico?' y la problemática del reconocimiento de los profesionales sanitarios.

¿Qué opinión le merecen los experimentos 'clandestinos', al margen de la Ley, como el de He Jiankui?

Todos coincidimos en que se ha precipitado. Se ha precipitado en una técnica ilusionante que tiene un futuro muy prometedor, sobre todo enfocándolo a prevenir enfermedades genéticas. Con esta precipitación, en un momento en el que no está demostrado que tenga efectos colaterales, lo que ha conseguido es dar un paso atrás porque lo que está llegando a la opinión pública es la parte negativa. Se ha hecho que se empiece a cuestionar una técnica que tiene un futuro muy bueno, porque usar la genética para hacer bebés más rubios o más guapos es llegar a la perversión de la técnica, en lugar de dedicarnos a prevenir enfermedades o a mejorar la calidad de vida de la gente, a un nivel similar a la aparición de los antibióticos.

¿Dónde se debe poner el límite?

Es una técnica que mejorará la vida en los países desarrollados y que en otros costará más poner en marcha. Aún estamos en fases de investigación, aún queda mucho desarrollo por delante. Estamos hablando de una manipulación genética que se trasladará luego a la descendencia y hay que estar muy seguros de que no conlleva un efecto colateral, por lo que solo pido que se deje trabajar a los investigadores. Cuando llegue el momento ya veremos si se puede dar el salto de células sanguíneas a seres humanos. En este caso, ha sido un problema de egos, patentes y de ser los primeros, lo que ha hecho que este profesional chino se haya precipitado.

Actualmente la modificación genética está permitida en células, pero no en embriones con fines reproductivos. ¿Qué aplicaciones pueden tener estas investigaciones en el día a día de los pacientes?

Este año en Europa, por ejemplo, se han aprobado proyectos de investigación para modificar mediante esta técnica células sanguíneas para el tratamiento de anemias con el fin de evitar los efectos de una beta talasemia. Se trata de sacar sangre al paciente, modificarla genéticamente y volvérsela a introducir. De forma que tendrá hematíes sanos que paliarán el efecto de la enfermedad. También se buscan tratamientos para el asma o las alergias. El abanico es impensable, es cualquier enfermedad en la que puedan moficarse sus efectos mediante el tratamiento de células.

¿Puede llevar este proyecto del científico chino a que se abra un mercado negro de la edición genética?

Espero que no. Pienso que no va a ser así e incluso él ha reconocido que va a dar un paso atrás para parar sus investigaciones en este sentido. Al final lo que hay son leyes y acuerdos internacionales que pueden prohibir o recomendar no pasar determinadas barreras, como son las células embrionarias con fines reproductivos.

¿Sería posible un proyecto como el de He Jiankui en España?

Esta técnica precisamente nació en España. Fue un doctor de la Universidad de Alicante el que la desarrolló, aunque no con estos fines con la que se está utilizando ahora. La Ley de Reproducción Asistida de España, los convenios internacionales y el convenio de Bioética de Oviedo prohiben la manipulación de embriones humanos con fines reproductivos. Técnicamente se podría, pero obviamente no está permitido algo similar en nuestro país.

Otro de los temas abordados y que tiene en vilo al sector es la falta de reconocimiento profesional, ya que España es el único país europeo que no reconoce como profesionales sanitarios a los embriólogos que desempeñan su función en el ámbito de la reproducción asistida y tratamientos en hospitales o centros sanitarios. Para lo cual Europa ya ha dado un ultimátum. ¿Qué supone esta falta de reconocimiento por parte del Gobierno?

El problema que tenemos es que hay miles de profesionales trabajando en hospitales y en centros sanitarios en áreas tan importantes como la reproducción asistida humana y no tenemos reconocido por el Gobierno y el Ministerio de Sanidad nuestra actividad como una profesión sanitaria. Esto genera problemas tanto a los que estamos en España como a quienes están en el extranjero y pueden ver peligrar su puesto de trabajo si les piden un certificado que su propio Gobierno no les concede.

¿Puede conllevar una sanción para España?

Por supuesto, ya que España no se ha preocupado de hacer los deberes. Hay una norma europea que da a España hasta final de año para que todos los profesionales sanitarios estemos incluidos en el registro y creemos que nosotros no podremos ser incluidos. Esta situación nos preocupa a los profesionales, pero también a los estudiantes, quienes no saben si tendrán problemas para optar a un puesto de trabajo.

Resulta paradójico que un profesional como el embriólogo, con cada vez una mayor presencia en el día a día sanitario por los tratamientos de reproducción asistida, no esté reconocido y cuente con el respaldo del Ministerio...

Actualmente en España se realizan miles de técnicas de reproducción asistida cada año y entre el 6 y el 7 por ciento de los nacimientos se deben a estos procesos, ya que se retrasa la edad en la que las parejas deciden ser padres.