La formulación magistral ha vuelto a colarse en la trastienda de muchas boticas como una alternativa más que se ofrece al paciente, un servicio de la farmacia que puede llegar a suplir en determinados casos los problemas de desabastecimiento de medicamentos como el que están sufriendo en la actualidad las farmacias españolas.

Este tipo de práctica puede parecer antigua, ya que quedó relegada a un segundo plano tras la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzó a crecer la industria farmacéutica. Sin embargo, es más frecuente de lo que pueda pensarse, lo que ha llevado a la creación de la Sociedad Española del Medicamento Individualizado (SEMI), cuyo presidente, Rafael Puerto, visitó ayer Murcia para dar una conferencia en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de la Región.

Puerto explicó ayer en una entrevista con LA OPINIÓN que en esta práctica de la formulación magistral están implicados tanto los médicos como los farmacéuticos y los pacientes, ya que son los primeros los que tienen que prescribir el medicamento que se elaborará posteriormente en la botica, «un medicamento a medida para un paciente determinado que por cualquier motivo no suministra la industria», señala este farmacéutico madrileño.

Respecto a si suponen una amenaza para las grandes compañías farmacéuticas, el presidente de la SEMI afirma con rotundidad que «no se trata de competir con nada ni con nadie, nosotros sólo hacemos una adaptación concreta para aquellos pacientes que lo necesitan». En este caso reconoce que «la industria funciona muy bien, por lo que no suponemos un peligro para ellos».

Adaptados a los nuevos tiempos

La formulación magistral es la práctica que dio sentido en sus orígenes a la profesión de farmacéutico y que tras adaptarse a los nuevos tiempos y necesidades de la población se utiliza para casos como cuando hay que adaptar la dosis a una persona concreta; cuando el medicamento que se necesita tiene una fecha de caducidad tan reducida que no permite comercializarlo y es necesario prepararlo en la farmacia (como los jarabes pediátricos); o como cuando hay desabastecimiento por razones comerciales, como en la actualidad con algunas moléculas.

Rafael Puerto tiene claro que en estos últimos casos se puede formular para que el paciente tenga el medicamento que necesita, «aunque hay ocasiones en las que el principio activo está bajo patente y no hay disponibilidad de la materia prima». Sin embargo, «así, con formulación magistral, podemos resolver un problema puntual de desabastecimiento sin tener que recurrir a medicamentos extranjeros para los que es necesario una autorización especial de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS)». Por lo que el presidente de la SEMI asegura que ellos son una opción y que hay que tenerlos presentes.

Sobre los motivos por los que estos fármacos no están llegando a las boticas, señala que se trata de causas políticas y económicas, «pero es un tema complejo».

Para que el farmacéutico formule es imprescindible que el médico prescriba, por lo que Puerto solicita que se hagan campañas con las que dar a conocer esta opción entre los facultativos, ya que no se les muestra en su etapa universitaria y «existe un gran desconocimiento». Una opción «por la que se interesan mucho cuando se les explica».

Respecto a los productos más demandados, este experto explica que la Dermatología ha sido la reina, ya que «estos especialistas han hecho mucho uso de la formulación magistral mediante la prescripción de cremas, geles y ungüentos, especialidad a la que también se está sumando desde hace un tiempo la Pediatría». Con los niños hay fármacos que no se les pueden dar porque se presentan como comprimidos, así que con esta técnica se pueden preparar jarabes para los bebés.

Lo que sí hay que tener en cuenta es que los fármacos elaborados con formulación magistral tienen una caducidad que puede ir de una semana a tres meses, frente a los comercializados con la industria, que nunca es inferior a dos años, ya que de lo contrario no les es rentable elaborarlos, almacenarlos y distribuirlos.

Control de calidad

Para poner orden en esta tarea, el Ministerio de Sanidad sacó una normativa en 2001 para la correcta elaboración de los medicamentos mediante formulación magistral, que fue de obligado cumplimiento desde 2004. «Con ella se ponían las reglas sobre cómo deben ser las instalaciones, el utillaje, la documentación a elaborar y el personal necesario, lo que ha hecho que contemos con una garantía de calidad y que nos sometamos a continuas inspecciones y controles sanitarios», explica Puerto.