Las llamadas, los mensajes y las reuniones se han intensificado desde el pasado mes de septiembre entre Podemos, Izquierda Unida-Verdes y Equo. El tiempo apremia. Las direcciones estatales de las tres formaciones -por mandato de sus bases- acordaron en junio confluir juntas a las elecciones europeas, autonómicas y municipales de 2019 y el plazo para materializar el acuerdo en cada comunidad concluye el próximo mes de diciembre. A falta de tres semanas, las negociaciones se encuentran en su momento crucial, aunque ninguna de las tres partes duda de que alcanzarán «una solución satisfactoria».

Encima de la mesa tienen varios puntos que cerrar: el nombre de la coalición, la composición de las listas, la organización de la campaña, los recursos económicos y la organización de la confluencia: cómo se tomarán las decisiones y cómo trabajaran juntos en el futuro. No buscan sólo una marca para confluir en las elecciones, sino que pretenden que la confluencia dure toda la legislatura. «Tenemos que crear un reglamento para gestionar un grupo parlamentario», explica el co-coordinador y cabeza de lista de IU-Verdes, José Luis Álvarez-Castellanos, quien admite que «están siendo unas negociaciones difíciles».

«Estamos limando los desacuerdos que aún existen», asegura. Una discrepancia es el nombre de la confluencia. El acuerdo marco estatal fijó que el nombre sea Unidas Podemos Izquierda Unida Equo. Sin embargo, «Podemos interpreta que sólo debería aparecer Unidas Podemos y nosotros no estamos de acuerdo», dice Álvarez-Castellanos.

«Hay mucho trabajo para encajar las piezas necesarias para llevar a cabo una confluencia efectiva», asegura la portavoz de Equo, Toñi Gómez, cuya formación promulga «que la ecología se inserte en la política para cambiar la vida de las personas». Señala que los encuentros «se están desarrollando en un ambiente amable» y confía en que así concluyan.

«Estamos llegando a acuerdos parciales», cuenta el secretario de Organización de Podemos, Toni Carrasco. El partido afronta la negociación en paralelo con su proceso interno de primarias autonómicas y municipales. Desde Podemos abogan por la prudencia a la hora de tratar las negociaciones.

En 2015 las izquierdas de la Región también trabajaron para concurrir unidas pero la alianza, que llegó a estar prácticamente hecha, no cuajó. Ninguno cree ahora que pueda volver a pasar. La principal razón responde a que en esta ocasión están obligados por el acuerdo marco estatal. Pero hay más motivos, aseveran: si hay una coincidencia que une a los tres es el deseo de concretar un bloque social y político «potente» que haga de «contrapeso a los poderes de la derecha» y logre derrocar en las urnas al PP en la Región. Además, la candidatura prevé acoger a colectivos sociales, como la PAH o las mareas por la Sanidad Pública y la Escuela Pública.

«En el ambiente está el deseo de superar esta etapa muy larga de políticas cortoplacistas», afirma Toñi Gómez. «Queremos desarrollar políticas progresistas». Y está convencida de que lo conseguirán. También lo piensa Álvarez-Castellanos. «Es ineludible que se va a producir el acuerdo», proclamaba esta semana el líder de Podemos, Óscar Urralburu.