"Haber sido miembro de un jurado popular y ver cómo funciona la Justicia desde dentro es un regalo". Es la opinión de una persona, cuya identidad no revela este periódico por la privacidad inherente a todos los que han tenido la posibilidad de juzgar a un igual en un Tribunal de Jurado. Pero la verdad es que no siempre es así. Muchos ciudadanos de la Región siguen viendo con escepticismo ser partícipes activos de la Justicia por la tensión que les supone que recaiga en ellos la responsabilidad de declarar culpable o no a un presunto asesino y que éste acabe cumpliendo unos veinte años entre rejas en base a sus deliberaciones sobre el objeto de veredicto.

«Para eso están ya los jueces, yo tengo mi trabajo y no tengo tiempo ni ganas de decidir sobre la vida de otros», remarcaba un preseleccionado que eludió en el último momento ser uno de los once miembros del jurado al ser recusado por la defensa tras esgrimir que sabía del caso al haber hablado con la prensa en la puerta sobre el crimen que se iba a juzgar. Esta argucia le valió para evitar lo que todavía muchos ciudadanos seleccionados consideran una «obligación incómoda».

Para tratar de eludir esta responsabilidad que facilita el acceso de la ciudadanía a la administración de la justicia, algunos de los preseleccionados presentan todo tipo de excusas, la mayoría recogidas en la Ley Orgánica 5/1995 del Tribunal del Jurado, y otras de más dudosa condición.

Las excusas más frecuentes son por trabajo o conciliación familiar. Desde las típicas de autónomos que aseguran que no pueden acudir a las sesiones del juicio por el trastorno que les supone dejar unos días su negocio, a mujeres que alegan tener que cuidar a sus hijos o a su madre enferma. Hasta otras más anecdóticas como una mujer que se presentó a la vistilla de excusas, que se celebra un par de semanas antes del comienzo del juicio, en visible avanzado estado de gestación y manifestó que podía dar a luz en cualquier momento. O el caso de una chica que tenía programado el viaje de novios en esas fechas. Ambas fueron debidamente excusadas.

El método es el siguiente. Se elige a la gente que va a ser jurado con el censo de la Región. La última vez que se escogió a personas fue en septiembre de 2016, y se seleccionó entonces gente hasta septiembre de 2018. En total, a 1.600 aspirantes a ser jurado. Hace solo unos días se ha vuelto a hacer la criba. Y la gente tiene del 1 al 15 de noviembre para presentar sus excusas.

El pasado año 2017 la Oficina de Jurado de la Región recibió, solo en el partido judicial de Murcia, 171 excusas de gente que no quería tener que juzgar a nadie. De ellas, 155 se estimaron. Al resto se le dijo que no había justificación argumentada y que tenían que cumplir con su obligación, informaron fuentes del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Murcia.

En el partido judicial de Lorca, por otra parte, se presentaron 42 excusas, de las cuales 32 fueron admitidas.

En cuanto a Cartagena, hubo 81 personas que intentaron librarse de sentarse en el Tribunal del Jurado, y lo consiguieron 71, concreta el TSJ.

También hay un porcentaje pequeño de entusiastas: personas que pudiéndose excusar, porque son mayores de 65 años o ya han sido jurados en los últimos cuatro años, prefieren no excusarse y ser seleccionados. «A los jubilados la posibilidad de ser jurado es algo que les atrae», apuntan fuentes jurídicas. El tipo menos frecuente es el de aquellos que intentan escurrir el bulto de mala manera, con excusas baratas, como no saber leer y escribir correctamente, o que no son estrictamente jurídicas, simplemente porque les viene mal desplazarse hasta la ciudad donde va a celebrarse el juicio.

Una vez recibido el auto de hechos justiciables y al menos dos meses antes del juicio, la Oficina de Jurado les envía el formulario con acuse de recibo a los preseleccionados de la bolsa de los iniciales, para asegurarse de que el día en el que se forma definitivamente el jurado acudan al menos veinte personas.

Respecto al tiempo que pasan incomunicados, sin teléfono móvil y sin posibilidad de ver la televisión, esto solo se produce desde el momento en que se les entrega el objeto de veredicto. En muchas ocasiones ni siquiera pasan la noche en un hotel, al deliberar esa misma tarde. Pese al escepticismo inicial, todas las fuentes consultadas coinciden en que al finalizar el juicio los ciudadanos que han formado parte del jurado valoran muy positivamente la experiencia.