Que la tradición por excelencia para recordar a los que ya no están por el Día de Todos los Santos es visitar los cementerios es de sobra conocido por todos. Es una fecha especial para llevar flores a los seres queridos e ir en familia a los camposantos, donde se llevan a cabo homenajes de carácter eterno y con una carga de emotividad que adquieren todavía una mayor solemnidad cada 1 de noviembre. Ramos de flores, visitas en grupo y adecuación del lugar de descanso de familiares y amigos concentrarán en algunos puntos largas colas y problemas de circulación, por lo que en lugares como la capital de la Región de Murcia se ha habilitado un dispositivo de seguridad especial de cara a esta jornada.

Hablamos de un día cuya carga simbólica salta a la vista en toda la geografía española, en general, y en la Comunidad Autónoma de Murcia, en particular, al contemplar como, con motivo de esta efeméride, los cementerios reciben a miles de personas que ansían aprovechar la ocasión para honrar a sus seres queridos en una festividad tan celebrada. Cualquier día, pese a todo, es propicio para mostrar el cariño que se le profesa, independientemente de que estén o no entre nosotros. En este último caso, por ejemplo, resulta habitual ver cómo se llevan a cabo visitas periódicas a los cementerios con la intención de visitar a quienes ya se han ido.

Pero como reza la tradición, el primer día del undécimo mes del año se conmemora la festividad del Día de Todos los Santos, una fiesta religiosa que está rodeada de costumbres que se practican desde hace siglos. Algunas son comunes a toda España y otras tienen sus propias señas de identidad en función de las regiones o localidades en las que se celebran.

Con motivo de esta fecha tan especial, los camposantos se abarrotan de personas que acuden para visitar las tumbas de los familiares y amigos que han fallecido. En muchas ocasiones, acuden en las fechas previas para arreglarlas, de manera que estén en perfecto estado. Los días 1 y 2 se engalanan con flores y se reza por quienes ya se han ido.

Para encontrar el origen de esta celebración hay que remontarse a la antigüedad, cuando las personas fallecidas se ponían durante varios días a exposición de todos con el objetivo de que fueran velados. El transcurso de los años trajo consigo la evolución de este tipo de costumbres, si bien la de llevar flores a los difuntos no solo se mantuvo, sino que se afianzó tanto durante el tiempo de vela y entierro como en días concretos como el 1 de noviembre, que hoy, como no podía ser de otra manera, se conmemora en la Región de Murcia, donde esta tradición continúa más viva que nunca. Así se volverá a demostrar a lo largo de una jornada festiva que será testigo, un año más, de las muestras de cariño de miles de personas, que provistos de margaritas, rosas, claveles, gladiolos y otras muchas flores se acercarán a los camposantos con una idea clara: velar por los que ya no están entre nosotros.