La adquisición de una vivienda está considerada, en líneas generales, como la mayor inversión que realiza una persona a lo largo de su vida, pero no todos los propietarios son conscientes de que se deben realizar las inspecciones y sustituciones pertinentes en sus edificios ya que muchos de estos carecen de un manual de instrucciones o guía de mantenimiento.

Un edificio o conjunto de viviendas, con sus zonas e instalaciones comunes, debe usarse y mantenerse de forma adecuada, de manera que cumpla las funciones para las que está construido: alojar a sus propietarios o usuarios, dándoles confort y seguridad durante la vida útil para la que ha sido diseñado y esto solo puede conseguirse con un mantenimiento adecuado mediante las inspecciones, trabajos preventivos y adecuaciones que sean precisas.

Aparejadores y administradores de fincas coinciden en que «un edificio bien mantenido es un edificio en forma, y solo un edificio en forma nos permite disfrutar de viviendas seguras y confortables».

Las razones que argumentan estos profesionales por las que un edificio debe mantenerse en forma son varias: legales, de confort, económicas y otras. Existe un conjunto de leyes y normativas de carácter local, regional y nacional que son de aplicación a las viviendas y edificios. Algunas son normas de obligado cumplimiento y en otros casos son solo recomendaciones. Las razones de confort y seguridad son todas aquellas actuaciones que mediante el mantenimiento, sustitución, adecuación o reforma mantienen o mejoran las características del edificio, haciéndolo, si es posible, más confortable y seguro. Sin una adecuada inspección y mantenimiento, elementos o instalaciones del edificio pierden sus características por envejecimiento, mal uso o incidencias, con lo que el confort de la vivienda o edificio se reduce.

La sustitución de un elemento o sistema por otro de una tecnología más moderna consigue de una manera inmediata una mejora en el confort y un ahorro a medio o largo plazo. En otros casos, las nuevas necesidades de los usuarios, a veces recogidas en normativas de reciente promulgación, en base a sensibilidades relacionadas con el medio ambiente o la accesibilidad, reclaman intervenciones que las satisfagan. Y es que con un buen funcionamiento se consigue un mayor confort y ahorro económico.

Al igual que ocurre con los coches, los edificios (sobre todo los que carecen de una guía de mantenimiento) deben someterse a inspecciones y sustituciones pertinentes para poder mantenerlos en forma adecuadamente, cumpliendo las funciones para las que fueron construidos: alojar a sus propietarios o usuarios, dándoles confort y seguridad durante la vida útil para la que han sido diseñados. Y para ello es necesario garantizar el mantenimiento adecuado mediante las inspecciones, los trabajos preventivos y las adecuaciones que sean precisas.

La ley de Ordenación de la Edificación dice en su artículo 3: «Con el fin de garantizar la seguridad de las personas, el bienestar de la sociedad y la protección del medio ambiente, los edificios deberán proyectarse, construirse y mantenerse, de tal forma que se satisfagan los requisitos básicos de funcionalidad, seguridad y habitabilidad».

Y en el artículo 16 señala que son obligaciones de los propietarios conservar en buen estado la edificación con un adecuado uso y mantenimiento.