Javier Monje lleva, desde el pasado jueves, al frente de la Secretaría General del Sindicato Unificado de Policía (SUP) en la Región de Murcia. De 42 años de edad, releva en el cargo a Juan Ramón Martínez Navarro, de 60, quien llevaba veinte años liderando esta organización, aunque, mucho antes, ya estuvo peleando por sus derechos y los de sus compañeros desde la clandestinidad. Ambos, Monje y Martínez Navarro, reciben a LA OPINIÓN en la puerta de la Jefatura de Policía, para hablar del presente y del futuro.

Un futuro en el que seguirán trabajando mano a mano, dado que el veterano agente seguirá vinculado al SUP, ahora en calidad de vicesecretario.

«Al principio era bastante duro», admite Martínez Navarro sobre sus comienzos. Lleva «muchos años en el Cuerpo» y trabajó en Antidisturbios. «El primer cambio significativo fue con la Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado», rememora, «porque antes éramos militares».

Se refiere a una Ley Orgánica vigente desde 1986. Antes de que existiese la norma, la relación con los superiores podía llegar a ser complicada. «Un cabo de la Policía Nacional te podía arrestar y acababas en los calabozos sin derecho a defensa», asegura Martínez Navarro, que añade que «esa ley permitió que los policías fuesen escuchados». De esta manera, «la Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado fue la que vino a legalizar el sindicato», comenta. No obstante, anteriormente funcionaban «en la clandestinidad».

«Siempre era por las noches, si queríamos hacer alguna actuación de propaganda sindical. Tirábamos panfletos, octavillas, pegatinas en las taquillas...», resalta el veterano policía, natural de Águilas.

«Corría el año 82 y yo estaba en el País Vasco destinado. Yo entendía que muchas cosas había que cambiarlas. Una noche se dejaron caer en una central eléctrica los compañeros, y nos explicaron, a los que estábamos de servicio, qué era el sindicato», destaca. Y él se enroló a reivindicar sus derechos. El aguileño apunta que a algunos compañeros la labor sindical les costó «penas de cárcel», dado que «esta acción estaba prohibida, éramos militares». «Y estos compañeros (volviendo a los de la central eléctrica) llegaron por la noche para informarnos de que se buscaba una Policía civil, al servicio del pueblo». Aquella noche, cuando estaban hablando con los sindicalistas, «llegó una patrulla de recorrido con un teniente al mando y tuvimos que encerrar a los compañeros en los aseos», apostilla Martínez Navarro.

Eran unos tiempos, sus comienzos, en los que «las cuotas se cobraban con una cartulina en la mano, en secreto», puesto que «no podía haber ninguna lista» de quienes estaban apuntados a los sindicatos ´ocultos´. Así que tocaba vigilar a quién se tenía cerca, por si acaso. Se refiere a otros policías que «se dedicaban a pasar información de todo lo que veían, y el objetivo era el sindicalista».

«A raíz de la ley, salió a la luz el SUP. Y otros sindicatos, como veían que ya no se podía parar, pues crearon una asociación de mandos», indica el agente. «Hoy el día, en el SUP representamos a todas las escalas», destaca. Y reivindica que «hace veinte años ya luchábamos por la equiparación salarial» con Mossos y Ertzaintza. Ahora luchan para que mejoren las pensiones de la gente de la escala básica.

A Martínez Navarro le sustituye alguien que ya sabe lo que es dejarse la piel en el SUP, porque ha pasado cuatro años haciéndolo, en calidad de portavoz. En opinión de Javier Monje, en la Región «falta una auténtica coordinación que ahora no hay». Si el Cuerpo funciona, si sale adelante, «es a costa del sobreesfuerzo de los policías», sentencia al respecto. «Sobreesfuerzos que no se ven compensados económicamente», hace hincapié.

Tiene compañeros que, asegura, «llevan más de veinte días sin tener un día de descanso debido a las oleadas de pateras». Y otro problema radica en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Sangonera, el cual «tiene que estar en unas condiciones» que, hoy por hoy, no se dan. «O hacen uno nuevo o este debería de cerrarse», tiene claro el policía.

Cuando se le pregunta por los retos que el Cuerpo tiene por delante, el nuevo secretario general del SUP en la Región (nacido en León, criado en Barcelona y esposo de una murciana) señala que «unas de las cosas más importantes es apostar por una Policía despolitizada» en la cual «los mandos sean nombrados por su profesionalidad y no por intereses políticos». Otro objetivo a conseguir es «el aumento de la plantilla en todas las comisarías de España», dado que «hay una escasez de policías tremenda», en especial desde la desaceleración económica. Por ejemplo, «en Molina de Segura es muy difícil sacar más de un coche a patrullar», asevera.

Ambos, Martínez Navarro y Monje, dejan claro que su labor en el sindicato es altruista, que «no lleva ninguna asignación económica, cero». Además, «no tenemos horarios, y nuestro teléfono particular lo tenemos a disposición de todos los afiliados y de los policías en general», dice el nuevo secretario general del SUP. Su antecesor apostilla al respecto que él ha atendido «llamadas a las dos y a las tres de la mañana, en situaciones difíciles» y ha estado al pie del cañón.