Seis de los más de mil internos que acoge actualmente la cárcel de Campos del Río son yihadistas, informaron fuentes penitenciarias. Entre ellos se encuentran dos de los considerados más peligrosos, añadieron las mismas fuentes. Uno de ellos es Mohamed Achraf, a quien se le tiene por el cabecilla de un ´frente de cárceles´ islamista. Este hombre cumple en la Región condena por liderar una célula, desarticulada por la Policía Nacional en 2004, que pretendía atentar contra objetivos emblemáticos de Madrid. Planeó atentar contra la Audiencia Nacional.

El segundo es Ilias Mohamed Ahmed, que acabó en la cárcel más grande de la Región tras ser arrestado, en noviembre del año pasado, en una operación que la Policía Nacional llevó a cabo en Ceuta. Se le acusaba de llevar más de medio año enrolado en las filas del Estado Islámico. El joven, presuntamente, hacía vídeos de propaganda terrorista y los distribuía por redes sociales.

Precisamente este joven, la semana pasada, se liaba a puñetazos contra tres funcionarios de Campos del Río cuando se disponían a sacarlo al patio. Tenían que cachearle (es obligatorio) y él se resistió. Resultado, agresión.

Quienes trabajan en la cárcel más grande de la Región de Murcia han llegado a comparar a los presos islamistas radicales con los etarras en la época más dura de la banda terrorista. Los funcionarios, en este sentido, dicen sentirse desamparados y reclaman más formación para saber cómo tratar con los yihadistas. Cuando Ilias Mohamed Ahmed atacó a tres de ellos (a patadas y golpes, muy violento, relataron las víctimas), quienes tratan a diario con este tipo de sujetos aseguraron que Interior no les da cursos. Este mismo año, la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip) y Fundación Euroárabe de Altos Estudios impulsaban en España el primer curso de la Comisión Europea sobre radicalización violenta.

Entre rejas, estos terroristas pasan la mayor parte del tiempo solos. La mayoría de ellos están en módulos de aislamiento. Salen al patio, sí, pero acompañados por funcionarios. Se les vigila especialmente no por lo que hicieron, sino por lo que se teme que puedan llegar a hacer: aprovechar la cárcel para adoctrinar a otros presos. Para convertirlos en islamistas.

Para evitar que Campos del Río se convierta en una verdadera escuela de yihadistas, Instituciones Penitenciarias tiene en marcha programas de especial vigilancia para evitar la radicalización islamista entre rejas.

Y es que puede darse la circunstancia, como apunta el codirector del International Security Observatory, Chema Gil, de que un joven acabe encerrado por robar una radio y, cuando salga, lo haga convertido en un radical. Y eso puede pasarle a gente que ni siquiera sea religiosa. «Están por delitos comunes y se les detecta un acercamiento a estos individuos» radicales, señala el experto en yihadismo.

Hay que controlar de los reclusos «la impulsividad y afinidad con colectivos violentos, el reciente entrenamiento físico, la resistencia al cumplimiento de la normativa del centro y la presencia o intervención de material extremista», apunta la nueva instrucción de Interior que los responsables de la inteligencia penitenciaria deben tener en cuenta sobre los presos de perfil extremista.

El Estado Islámico extienden sus lazos de captación por todo el mundo, para lo cual se vale de la herramienta más eficaz de la que dispone: Internet, en concreto las redes sociales. Algo que está vetado entre los muros de las prisiones.