A Mohamed Achraf se le considera el líder de la célula islamista que planeó atentar contra la sede de la Audiencia Nacional. Fue extraditado desde Suiza, y el ahora ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, era el juez que lo mandaba a la cárcel en 2006.

Quería ser un mártir. Su idea era perpetrar un atentado embistiendo contra el edificio judicial un camión cargado con 500 kilos de explosivo. Le pillaron a tiempo, no hubo tal ataque y lo metieron entre rejas. Acabó en Campos del Río.

Sin embargo, este mismo mes se hacía público que Achraf se había convertido, en la prisión, en el cabecilla de un ‘frente de cárceles’ yihadista. Desde la penitenciaría murciana, averiguó la Benemérita, este preso dirigía un grupo disperso por varias cárceles con planes concretos de radicalización y captación de otros reclusos, pero también de actuación contra objetivos concretos.