Por su mesa pasan cada día mujeres que no terminan de encontrar su lugar en mundo laboral después de haber superado el cáncer de mama y que rozan o ya viven en exclusión social. «Ellas sobreviven, pero muchas no tienen calidad de vida», lamenta Marina Costa. Y lo argumenta con datos que, dice, «ponen los pelos de punta». Según un estudio que ha realizado el Observatorio de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), del total de casos que se producen al año de esta enfermedad en la Región, el 47% afirma que no pueden asumir los gastos extra que vienen con la enfermedad.

«Hablamos de compra de pelucas, cremas, de desplazamientos al hospital, de medicamentos...», explica Costa, quien añade que se ha calculado una media de entre 100 y 150 euros de gastos extra que tienen las pacientes. «Y esto, unido al hecho de que muchas pierden su trabajo o están de baja y tienen menos ingresos, les impide asumirlos».

La trabajadora social recuerda que en muchos convenios colectivos tener una baja médica supone perder el 25% de la base reguladora del salario.

Además, de entre las que tienen dificultades para costearse la enfermedad, el 11 por ciento viven ya en exclusión social: «No pueden ni asumir sus necesidades básicas», apunta, y subraya que en esta situación están especialmente quienes sobreviven al cáncer de mama porque es la enfermedad que mayor porcentaje de cura tiene (se acerca al 90%).

«Muchas se quedan sin trabajo, con limitaciones físicas y psicológicas que les impiden tener una adecuada calidad de vida», señala.

Problemas de pareja

La trabajadora social también apunta otro problema derivado de los tratamientos: las secuelas. «Durante toda la etapa de la enfermedad las llevamos entre algodones, con todo tipo de apoyos; y la prioridad de los médicos es curarlas, pero cuando pasa no le dan mayor importancia a los efectos secundarios de los tratamientos y suelen decirles ‘eso no es nada, ya pasará».

Y efectivamente, pasa en la mayoría de los casos, pero mientras ocurre no tienen ningún tipo de apoyo institucional. Costa recuerda que hace tres años la asociación hizo un estudio con mujeres de la Región que habían tenido cáncer de mama en el que un 80% de las encuestadas aseguraban que tenían problemas para dormir. El 75% dijo tener problemas de pareja; y el 39% había perdido su trabajo.

El 65% declaró que tenía problemas para volver a su vida normal y alrededor del mismo porcentaje no tenía protección laboral.

«Es decir, que el cáncer afecta a todas las esferas de la vida», subraya la trabajadora social, que insiste en que tampoco se habla de los problemas sexuales que muchos tratamientos hormonales provocan. «Necesitan terapia, pero eso no se menciona ni se tiene en cuenta en las consultas médicas, como tampoco se aborda la nutrición ni el ejercicio físico; no hay programas para tratarlo».

En este sentido, Marina Costa echa en falta un trabajo coordinado entre el colectivo médico y la asociaciones que apoyan a las mujeres que permita hacerles la vida más fácil a las pacientes después de la enfermedad. «Es lo que nosotros, desde este servicio tratamos de hacer y coordinarnos con la Administración».

Por último, quiso dejar claro que el Servicio de Atención Social de la AECC es gratuito y que atienden a todas las personas que acuden, «sean del nivel económico y social que sean», y que no es necesario que sean socias de la Asociación contra el Cáncer.