Son muy adictivos si se utilizan de lunes a viernes, además de los fines de semana. Por eso la recomendación entre los expertos en Psicología pediátrica es muy clara: tablets y móviles no deben estar en manos de los niños durante más de seis horas a la semana y siempre en sábados y domingos. Y ojo con los horarios: nunca antes de irse a dormir.

Los especialistas explican que la hiperfocalización y dependencia de los dispositivos produce una hiperestimulación en nuestros sistemas de recompensa cerebral que limita la atención que prestamos al entorno y a nosotros mismos, lo que afecta directamente al aprendizaje y a la capacidad de estudio.

«Estos aparatos generan muchos estímulos a cada acción de los menores, y, a la vez, esa satisfacción y placer que provocan casi inmediatamente es psicológicamente muy potente, por lo que crea adicción», comenta Concepción López Soler, profesora de Psicopatología infantil y jefa de la unidad de Psicología Pediátrica del hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia.

Es en las edades más tempranas o de la preadolescencia donde más problemas psicológicos puede crear el uso indiscriminado de estos dispositivos.

«En la infancia todavía están en desarrollo los comportamientos sociales y la regulación de los impulsos; la autorregulación en definitiva, porque la tolerancia a la espera se adquiere con la edad », comenta López Soler, quien añade que aún no saben asimilar que aquello que más les apetece no lo pueden hacer. «Y el móvil, las tablets, los ordenadores.... Todos estos aparatos les ofrecen una gratificación inmediata y les aisla de otras responsabilidades».

Por eso es necesario que padres y madres entren en escena y se muestren firmes en el control de los tiempos de uso; saber decir «no». De lo contrario, es una batalla perdida.

«Hay que decidir si queremos ser colegas o padres y poner límites a estos aparatos aunque los hijos lloren o pataleen; no les va a pasar nada», apunta la psicóloga, quien defiende que los niños deben aprender a tolerar la frustración, a retardar la gratificación.

Si no se hace, pueden llegar a tener síndrome de abstinencia: irritabilidad, enfado, desasosiego, necesidad imperiosa... «Hay que tener paciencia, pero a la vez firmeza» para controlar la situación, insiste, porque «no es cierto que si les dices algo de manera razonable e intentas que lo entiendan lo van a comprender; no es tan sencillo cambiar una conducta razonando solo; se puede explicar, pero la decisión debe estar en manos de los padres».

López es partidaria de que los niños y preadolescentes tengan fuera de su alcance estos dispositivos de lunes a viernes. Y los fines de semana los utilicen durante no más de tres horas cada día, y siempre por la mañana. «Estos aparatos son muy activadores de la mente, y si con la tele puedes llegar a dormirte por las noches no ocurre lo mismo con éstos; necesitas tiempo para que tu mente se relaje antes de conciliar el sueño».

Por su consulta del hospital Virgen de la Arrixaca han pasado varios casos de preadolescentes con los mismos síntomas: pierden el interés y la motivación por los temas escolares y lo desvían al móvil.

«Y cuando se trata de chicos o chicas más vulnerables, peor», comenta, «porque con el teléfono se aislan, no ven su realidad y ofrecen una imagen virtual que no es la suya», explica la psicóloga; y el resto de los amigos/compañeros responden a esa imagen.