La recuperación del mercado de la vivienda está favoreciendo la vuelta de las agencias inmobiliarias, que han proliferado en los últimos meses en todos los rincones de la Región. La creciente actividad en el negocio de las transacciones de inmuebles alcanzará las 18.000 operaciones este año, según las estimaciones del presidente de la Asociación de Promotores inmobiliarios (Apirm), José Hernández. Esto representa un crecimiento del 20% una década después del estallido de la crisis que se llevó por delante a la mayor parte de las empresas dedicadas a la construcción, la promoción y la comercialización de casas.

El negocio inmobiliario también se ve favorecido por una demanda de viviendas de alquiler desconocida hasta ahora, que alimenta también los portales online y las franquicias de nuevo cuño que ofrecen servicios low cost.

La tradicional comisión que han cobrado hasta ahora los intermediarios en la compraventa de viviendas ha dado paso a unas nuevas tarifas fijas, que pueden situarse en torno a los 1.400 euros, según indicaba el presidente de Apirm. A esta tarifa se le van añadiendo otras cantidades prefijadas en función de los servicios adicionales que demanda el cliente, como la disposición a enseñar la casa si su propietario no desea o no puede hacerlo personalmente.

«Quien quiere vender una casa o se pone delante del ordenador y se remanga o se pone en manos de un profesional. Los agentes inmobiliarios tienen claro que hay que ofrecer un servicio al cliente», concluía José Hernández.

Pero los nuevos formatos de negocio low cost y de portales informáticos que están abaratando las tarifas conviven con las agencias tradicionales, aunque según apuntaba la presidenta del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de la Región, María Dolores de Alcover, «en nuestro Colegio nadie trabaja así».

María Dolores de Alcover recuerda que los agentes de la propiedad inmobiliaria colegiados son profesionales «con una titulación universitaria», que están mejor preparados para asesorar y acompañar al cliente en la operación. «Desde el Colegio se les imparte una información adicional. Así, si vienen con una titulación jurídica, se les da una formación técnica; y si vienen desde una profesión técnica, se les aportan los conocimientos jurídicos necesarios», precisaba.

Recordaba igualmente que la compra de una vivienda es un acontecimiento muy importante en la vida de una persona, «que no puede compararse a la adquisición de un par de zapatos, un mueble, ni siquiera a la de un coche», por lo que considera que adquiere especial importancia la posibilidad de contar con «el respaldo de un profesional».

Reconoce que «Internet tiene mucho tirón», pero entiende que no es la vía más propicia cuando se trata de comprar una casa. «Es una operación de gran calado y no todo el mundo se arriesga a hacerla por Internet»

El Colegio de Agentes de la Propiedad tiene además una asociación paralela y entre ambos suman unos 350 profesionales, según los cálculos de María Dolores de Alcover.

«No descalifico a nadie», apuntaba la presidenta del Colegio, aunque se muestra convencida de que «no puede dar el mismo trato profesional» un agente con una formación universitaria que «acompaña» al cliente y le ofrece «la asistencia» que precisa en una operación de compraventa.

A su juicio, la proliferación de oficinas que se están abriendo en los últimos meses «es un reflejo de lo que ocurre en el mercado», puesto que ven la posibilidad de trabajar en una actividad que había estado muy limitada mientras que «la gente estaba temerosa» y no se atrevía a embarcarse en una compra, «sino que prefería esperar a ver».

Sin embargo, ahora las cosas han cambiado mucho, porque entonces «no había dinero y los bancos no daban créditos, pero vuelve a haber acceso al crédito. «Es una ley de la economía: cuando aumenta la demanda, crece la oferta de servicios. Hay mayor nicho de mercado», explicaba María Dolores de Alcover.

Por otra parte, comparaba el aterrizaje de las franquicias con los fenómenos que han protagonizado en años anteriores «los negocios de venta de oro o los vapeadores», dado que la apertura de nuevos establecimientos en realidad «es un negocio en sí mismo» para los franquiciadores.