Vivir en la Región de Murcia y ser alérgico al polen entraña actualmente multitud de problemas. Los afectados en la zona sureste de España, especialmente, se ven perjudicados por el polen durante prácticamente todo el año, en especial aquellos que habitan en las ciudades y cerca de enclaves como autopistas o autovías. Los motivos son sencillos: el exceso de dióxido de carbono (CO2) como consecuencia de una contaminación producida por vehículos y maquinarias, como es la combustión de los motores diésel, unido a otra consecuencia de dicha contaminación como es el cambio climático, provocan una vorágine de polinizaciones que afecta de forma más virulenta y más prolongada en el tiempo.

«La gente sensibilizada a muchos pólenes puede estar mal durante todo el año en la Región», afirma Juan Carlos Miralles, alergólogo del Hospital Reina Sofía de Murcia. Según comenta este especialista, «en el norte las gramíneas afectan los tres meses de la primavera, pero esta zona es muy complicada para los alérgicos».

Al analizar dicha situación, el doctor Miralles expone los distintos periodos en los que ciertos pólenes inciden sobre los afectados: «La gente aquí se sensibiliza a muchos pólenes». Por ejemplo, comenta que, en los meses de enero, febrero y marzo, plantas como el ciprés o la parietaria judaica son las primeras del año en causar estragos entre los alérgicos; posteriormente, durante la primavera, en la Región destacan las polinizaciones de gramíneas u olivos; a final de verano y durante octubre se alcanzan nuevos picos de chenopodiáceas (salsola), subfamilia de las amarantáceas; y ya de cara al invierno y al final del año, llega lo que se conoce como ´polen de invierno´, la artemisia, un polen que alcanza en la provincia valores máximos estacionales significativos en diciembre.

Además, si ya de por sí se considera este listado de los más amplios con todos estos agentes polinizadores, la contaminación y el cambio climático provocan que sus periodos de acción se alarguen más de lo que antes era habitual. El diésel, por ejemplo, crea pólenes más agresivos en las zonas más contaminadas, como podrían ser las aglomeraciones urbanizadas junto a autovías de dentro de poblado, y que produce síntomas más graves de los habituales. Este tipo de polen produce una proteína de defensa ante la agresión externa que los vuelve más resistentes y agresivos, ocasionando una mayor alergenicidad, que unida a la irritación de las mucosas que ya de por sí provoca la contaminación, dificulta en exceso la situación para los alérgicos.

La Sociedad Española de Alergología incide especialmente sobre este tema. Los motores diésel emiten partículas que provocan que el polen, el cual es transportado por el viento, permanezca más tiempo suspendido en el aire, y por lo tanto, que las personas puedan inhalarlo durante un periodo de tiempo más prolongado. Por si fuera poco, otro de los efectos de esta problemática es que el motor diésel fragmenta los gránulos de polen, lo que hace que penetre más fácilmente en nariz y ojos.

Los alérgicos de la Región se ven especialmente afectados por cuatro tipos de pólenes: el del olivo, de la salsola, el del ciprés y el de las gramíneas. Uno de los que más incidencia está teniendo en los últimos años es el del ciprés, que con la proliferación de las urbanizaciones, los cipreses se utilizan cada vez más para decorar los jardines. Las consecuencias sobre los alérgicos no se han hecho esperar, ya que hace 20 años, esta planta sólo representaba el 1% de las alergias al polen, y ahora alcanza el 20%. Con el abandono de las tierras de cultivo y su buena adaptación a nuestro clima seco y de elevadas temperaturas, la salsola también está colonizando la Región. En cuanto al polen del olivo, este es foráneo, arrastrado por el viento especialmente desde Andalucía y también Castilla La Mancha.

Las enfermedades alérgicas afectan en España al 33% de la población y aproximadamente la mitad son alérgicos al polen. Además, la inmensa mayoría de quienes tienen alergia a un tipo de polen suelen ser sensibles a otros.