Cumplidos ya más de 100 días al frente del Rectorado, ¿cómo calificaría la toma de contacto desde esta nueva perspectiva con la universidad?

Intensísima y con mucha ilusión. Han sido días de más de 24 horas, siete días a la semana, pues la Universidad es muy grande, muy compleja, con multitud de asuntos diarios que resolver, y otros a poner en marcha... Pero ante todo había que poner los pies en el suelo y cada miembro del equipo debía tomar asiento en sus nuevas responsabilidades, a la vez que había que cohesionar a todo el equipo en las funciones de gobierno.

Una vez hecho, ¿dónde se van a centrar los principales objetivos de gobierno en este primer curso desde que ganaron las elecciones?

Tratamos de conducir con luces largas y con luces cortas. Hay cuestiones que son de gestión cotidiana que afecta a la forma en la que viven cada día en la Universidad nuestros alumnos, profesores y personal de Administración y Servicios (PAS). Y hay que atenderlas. Por ejemplo, la EBAU (selectividad) es un proceso complejísimo donde interviene mucho personal de la universidad, donde está en juego las aspiraciones de muchos estudiantes de Enseñanzas Medias. Es un momento de tensión máxima en el sistema. Y junto con esa gestión cotidiana, está también otra, como es la apertura del curso y que se haga sin problemas. Luego hay que conducir con luces largas, y los objetivos tienen que ver con dónde queremos que esté la UMU a la vuelta de unos años, que es situarla en el lugar que le corresponde por historia, por tradición y por potencial.

¿Pero que van a priorizar en este ‘a más largo plazo’?

Los objetivos estaban definidos en nuestro programa: estamos trabajando mucho en internacionalización, con una campaña de consolidación del plan de formación lingüística, y potenciar el servicio de idiomas para darle mayor instrumentalidad a la hora de aprender idiomas en los PDI (profesores e investigadores), PAS y estudiantes. También estamos inmersos en revisar el protocolo de calidad para facilitar que los centros puedan acreditarse institucionalmente. Y estamos empeñados en que se nos identifique en la Región como la institución de referencia en la generación y transmisión del conocimiento, en acercarnos a las instituciones y empresas. Y hay que buscar el equilibrio entre esas luces cortas y largas.

Hablemos de la EBAU y los exámenes de septiembre. A ustedes les trastoca mucho las pruebas en estas fechas a la hora del comienzo de curso y antecesores suyos han planteado que desaparezcan. ¿Retomaría esta antigua demanda?

Ante todo hay que dejar claro que la UMU desarrolla la EBAU de una manera ejemplar, seria y rigurosa, y con un altísimo nivel de profesionalidad de los empleados de gestión académica, el vicerrectorado de Estudios, los distintos coordinadores... Y con la finalidad de garantizar los derechos de todos los implicados. Pero, la fase en septiembre retrasa el tercer llamamiento y provoca situaciones de ‘vacatio’ que generan zozobra en muchas familias durante el verano. Por tanto, tenemos como objetivo hablar con la Comunidad Autónoma, plantear los problemas que generan esas pruebas en septiembre y ver la manera de llevarlo todo a julio. Algo que ya ha hecho la UMU y, según nuestros reportes y estadísticas de tasas de rendimiento y de éxito, con muy buenos resultados. E insisto, mantener la fase de septiembre genera una disfuncionalidad enorme y retrasa el inicio del curso.

¿Qué carreras siguen siendo las más demandadas y cuáles van quedándose rezagadas, hasta el punto de que pueden dejar de ofertarse?

Las biosanitarias son las primeras que agotan plazas. Medicina sigue a la cabeza, y ha repuntado mucho la doble titulación de Matemáticas e Informática. Esta tiene mucha demanda y va marcando el camino de lo que la transformación del modelo productivo y los cambios en la sociedad nos pide: la industria 4.0, la robotización, el bigdata... Y estos grados ofrecen competencias que son muy demandadas en el mercado de trabajo. Y, a la vez, nos enseñan que los dobles grados tienen un valor importante en el futuro laboral. Y en ese marco también se sitúa la otra de doble titulación ‘estrella’, Traducción e Interpretación, que tiene que ver con la importancia del conocimiento de idiomas en un mundo global y de los procesos de internacionalización en todos los ámbitos sociales.

¿Y las titulaciones que tienen menos demanda?

Son las clásicas, no cambia; pero finalmente también en ellas se completan las plazas que ofertan. La UMU no tiene un problema de falta de demanda para la oferta de sus grados, sino que ocurre al revés. Tenemos una demanda de 2x1; había una demanda de 16.000 preinscripciones para una oferta de 8.000 plazas. Pero en esto de los grados, sin perjuicio de estar alerta de las demandas de los mercados, en la universidad tenemos que tener una visión más hacia un horizonte alto y no dejarnos llevar por decisiones precipitadas basadas en informaciones de coyuntura. Por ejemplo, hace diez años Matemáticas tenía más oferta que demanda y hoy en día ocurre lo contrario por la demanda laboral. Y eso vale lo mismo para Filosofía, pues hay ya empresas en Estados Unidos que demandan filósofos para que les ayuden a generar ideas y proyectar futuro.

Entonces, ¿no hay titulaciones en crisis?

No. Hay una necesidad de revisión permanente, de actualización, de nuestra oferta de títulos para, manteniendo la tradición de lo que deben ser los estudios en la universidad, responder a las demandas de la sociedad y hacerlo con los criterios de rigor y de excelencia que debe exigirse a una universidad que realmente lo sea.

¿Cuándo iniciará las conversaciones con la Comunidad sobre el futuro plan de financiación universitaria?

Con la Consejería de Universidades tenemos una relación fluida con reuniones constantes sobre distintos puntos, como la que tuvimos hace unos días para hablar sobre nuestro proyecto de Investigación y Transferencia y cómo nos íbamos a relacionar en este ámbito tan importante en el quehacer de la universidad. En cuanto a la financiación, como interviene también Hacienda, más que de negociación, estamos en la fase de analizar la situación en la que estamos, cómo los cambios de los últimos años afectan al plan vigente y cómo planteamos el futuro.

¿Pero habrá más demanda de fondos?

Partimos de un plan, el de 2016-2020, que se acuerda en un contexto de crisis y, aunque es bueno, ha tenido incidentes externos que le han dañado, como el acuerdo de los Presupuestos Generales del Estado de 2018, que cambia la remuneración de los funcionarios y la recuperación final de la paga extra pendiente. Y eso hay que pagarlo este ejercicio y hay que reajustar el plan. El próximo plan debe, por tanto, contribuir a corregir el daño que la política de austeridad de la crisis ha provocado en el funcionamiento ordinario de la universidad: en el deterioro de nuestras plantillas y en la propia inversión en estudios e investigación. La futura financiación debe corregirlo y ahora estamos en el proceso de ajustar números, no podemos hablar aún de cifras.

¿Y cuándo notarán los alumnos una rebaja de los precios de los grados y los másteres?

Lo más urgente es igualar el precio de másteres y grados, porque en el modelo Bolonia el máster lo que hacía era completar la formación de los grados, de ahí el 4+1. Y en la medida en que el máster se encarece y se hace prohibitivo para muchos estudiantes, estamos frustrando sus expectativas. En Europa, tienen o los mismos precios o son más baratos. Para el curso 2018-2019 hemos conseguido ya una rebaja entre un 11 y un 15%, pero no deja de ser un primer paso hasta conseguir la igualación de ambos precios. Esa es una manera directa . La otra es mejorar la política de becas rebajando como ha hecho el Ministerio la nota de corte del 5,5 al 5. El tercer elemento, que es la medida que llevamos en el programa, es bonificar el 99% en el precio de la matrícula por aprobar las asignaturas en el curso anterior. Esta es enormemente ambiciosa y transformadora, pero hay que ver cómo se traslada el coste a los presupuestos de la Comunidad Autónoma. Hay que negociarlo y verlo en el tiempo, pero esta medida ya existe en Andalucía, y se va a implantar en Valencia y en Extremadura.

Hablemos de los casos ‘tesis’ y másteres que están en la boca de todos estos días. ¿La UMU ha tomado o piensa tomar alguna medida especial para evitar que esto ocurra?

Estos casos ponen de manifiesto que en organizaciones complejas pueden surgir problemas. Tal vez sería más grave que nunca apareciera ningún caso. Sería patológico que no hubiera casos de distorsión del sistema. Pero la universidad pública española, no solo la de Murcia, es una institución enormemente supervisada, de manera permanente e intensa, por la administración pública con la que se relaciona, en nuestro caso la Consejería de Universidades. Pero es que además, las universidades tenemos sistemas propios que garantizan la transparencia, el control y la rendición de cuentas. Y lo ejercitamos día a día. No hay, por tanto, una institución en España tan controlada y transparente como la universidad pública. Y como ejemplo pondría el informe que en un mes ha elaborado el Defensor del Universitario: sólo en julio ha recibido 70 casos, de temática muy variada. Por tanto, no podemos convertir dos o tres hechos aislados en categoría.

Entonces, ¿dice que esto no habría pasado en la UMU?

Sería una sorpresa que nadie puede imaginar que en la Universidad de Murcia apareciera un caso como los denunciados. Hay muchos órganos de control.

Mañana Cartagena acoge el acto de la apertura del curso universitario. ¿Dónde va a centrar su discurso?

Ante todo, felicitaré a la UPCT por su 20 aniversario. Es importante también destacar el valor de la complementariedad de ambas universidades, que tenemos que caminar de la mano, que tenemos un proyecto en común muy ilusionante como es el Campus Mare Nostrum y que si somos capaces de hacerlo ganaremos todos, Universidad y Región de Murcia.

¿Y habrá un espacio para la reivindicación de la reforma de la Ley de Universidades?

Más que reivindicación explicaré por qué entiendo que es necesario atender a una reforma de la Ley de las Universidades. Es decir, defender que es necesaria la reforma pero sin poner fechas; que se tenga en cuenta para cuando toque.

¿Tenía la UMU algún tema pendiente con el Gobierno del PP en Madrid que ‘peligre’ por el cambio de color político?

No. No hay nada pendiente que no siga en macha y todas las líneas de comunicación siguen abiertas. El cambio de cualquier gobierno implica un cambio de actores que obliga a retomar las vías de comunicación, pero no es ni bueno, ni malo. Las universidades tienen su autonomía frente al poder político con el que tienen que colaborar, cooperar y entenderse. Y a mí como rector, y a la UMU, le tiene que dar igual cuál sea el signo político del Gobierno nacional o regional.