Para el psicólogo Ismael Quintanilla, cuantos menos cambios horarios se produzcan al año «mejor». Y es que, según explica, los adelantos y atrasos a los que nos vemos obligados por el tradicional sistema bianual pueden crear desajustes en el estado anímico de las personas al cambiar las pautas de sueño o la hora de la comida, lo que puede derivar en una falta de apetito al tener que comer una hora antes de lo que se estaba habituado. Estos desajustes, explica, «no son de larga duración», por lo que «al igual que la depresión postvacacional, puede durar como mucho tres o cuatro días».

No obstante, Quintanilla advierte que hay un sector de la población que sufre en mayor medida estos cambios. Es el caso de las personas mayores y de los niños y niñas. Estos últimos, al encontrarse en una etapa de desarrollo, pueden llegar a ver comprometida su educación. «Hay que tener en cuenta que la educación infantil se basa en crear pautas para los más pequeños», recuerda Quintanilla. «Es muy difícil, sin embargo, que puedan seguirlas si dos veces al año nos dedicamos a adelantarle o atrasarle la hora de comer o la de dormir», advierte el psicólogo.

«Vuelta a la Edad Media»

Por su parte, el físico catedrático Jorge Mira indicó ayer que la eliminación del cambio de hora bianual en toda la UE «es un paso atrás» que «rompe la estabilidad horaria en Europa». Mira calificó la decisión como un «paso atrás» que devuelve a los ciudadanos a «la época de la Edad Media», mediante la «imposición» de ideas de «gente que concibe que la Tierra es plana». «La razón del cambio de hora es que el planeta gira con su eje de rotación desviado respeto al de la órbita», aseguró Mira.

Criticó también que la gobernanza de la UE haya pasado de «valorar unos criterios científicos y técnicos» a «lanzar una encuesta mal hecha por internet» sobre la que asegura que «únicamente votan personas que están cabreadas» y de las cuales, «dos tercios son alemanes».