Tampoco hay que fiarse de los buenos samaritanos que se ofrecen para ayudarles a cargar con su maleta al subir una escalera. Hay parejas de carteristas que simulan ayudar para limpiarles el bolsillo.

Luego está el ya clásico método del abrazo cariñoso. Los ladrones (en muchas ocasiones mujeres) abrazan por la calle a sus víctimas (de avanzada edad), les hacen carantoñas, les embaucan, les realizan incluso proposiciones sexuales... para después robarles sus pertenencias. Se llevan las joyas que pueden portar e incluso la cartera con su dinero. En estos casos, muchas veces se trata de grupos perfectamente organizados, y no proliferan en ferias: suelen abordar a sus víctimas a solas en la calle.