Hay un estricto orden para el consumo de la carne. El día del sacrificio es habitual consumir todos los órganos internos cocinados de distintas maneras. Por ejemplo, el hígado, una vez cocido, es troceado en dados y envuelto en redaño (membrana grasienta del estómago del animal), para ser colocado en pinchos y cocinado a la brasa. En los días siguientes se comerá el resto del cordero.