Apenas tiene doce años, no es consciente de los problemas que puede acarrearle (ya no en un futuro lejano sino en este mismo presente) enviar fotografías íntimas a desconocidos a través de mensajería móvil o de cualquier red social. Así, ajena como otros niños de su edad a los riesgos de esta práctica conocida como ´sexting´, durante meses contacta con hasta 30 chicos, varios de ellos mayores de edad, quienes le solicitan imágenes de ella desnuda o de alto contenido sexual. Algunos incluso tratan de engatusarla ofreciéndole trabajo como modelo de ropa interior. «Qué ojos más grandes tienes, qué boca más bonita ...» No se trata de Caperucita, es un caso real denunciado en una localidad de España. Y el lobo feroz se esconde ahora en el verde bosque del WhatsApp.

Las investigaciones de la Brigada Central de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional han permitido destapar a raíz de esta denuncia hasta nueve cuentas de Instagram utilizadas de forma fraudulenta para obtener material sexual de víctimas menores de edad. Hay detenidos en lugares tan dispares como Moncada, Tenerife o Pamplona. Pese a que el envío de las imágenes era voluntario y ninguno de ellos llegó a contactar físicamente con la víctima ni la extorsionó posteriormente con las fotografías, como suele ocurrir en muchos casos, el mero intercambio de contenido de índole sexual siendo conocedor de la edad del menor sería un delito. ¿Pero en qué artículo del Código Penal estaría recogida esta práctica delictiva?

En el caso de que las imágenes enviadas de forma voluntaria por el menor fueran difundidas posteriormente a terceros -como por ejemplo a compañeros de clase-, siempre y cuando menoscabe gravemente su intimidad personal, estaríamos ante un delito recogido en el artículo 197.7 del CP. de descubrimiento y revelación de secretos, penado con entre tres meses y un año de cárcel. Al tratarse de una víctima menor de edad la pena se impone en su mitad superior, al igual que pasa si la persona que lo comete ha tenido una relación de pareja con la víctima.

En otras ocasiones, cuando los autores de estos hechos son tan pequeños (menos de 14 años) que son inimputables, la Fiscalía de Menores deriva este tipo de hechos al equipo de Mediación. Así ocurrió con un caso detectado hace unos meses en un instituto, cuyo nombre omite este periódico para preservar el anonimato de los alumnos, en el que un menor difundió en un grupo de WhatsApp de compañeros de clase un vídeo de una violación a un bebé. Una de las madres descubrió la impactante grabación en el teléfono móvil de su hijo y dio parte al jefe de estudios.

Penalmente el caso ha quedado archivado pero el menor que compartió el archivo, y que ya había enviado otros vídeos violentos como la decapitación de un hombre, tuvo que realizar un trabajo de concienciación. Sobre las motivaciones que pueden llevar a un adolescente a cometer este tipo de delitos, fuentes de la Fiscalía de Menores aseguran que muchas veces actúan simplemente «por hacerse el gracioso y ganar popularidad entre los compañeros». De esta forma remarcan la importancia de talleres formativos no solo con el autor sino con toda la clase, «porque si no tiene gente que le aplauda, si lo dejas sin público, el acosador pierde su fuerza».

¿Quién está al otro lado?

¿Quién está al otro lado?Otro de los delitos que se ha disparado con la proliferación del uso de redes sociales entre los adolescentes es el «grooming», práctica en la que un adulto realiza una serie de conductas encaminadas a ganarse la confianza del menor, de ahí su nombre (acicalamiento), para obtener material pedófilo o concertar un encuentro sexual con éste.

En estos casos los autores se enfrentan a penas mucho más elevadas, recogidas en el artículo 183 ter., dentro de los abusos sexuales a menor de 16 años, siempre que haya actos encaminados al acercamiento. En el caso de consumar el delito de abuso, agresión sexual o pornografía, se castiga al autor por ambos hechos delictivos.

Un informe del Observatorio de Consumo, realizado con alumnos de quinto y sexto de Primaria, revela que la mitad de los amigos online que tienen los niños de diez y once años encuestados son «personas desconocidas».

El problema de este alto porcentaje de amigos virtuales sin rostro, a los que nunca ha visto realmente el menor y que pueden estar utilizando una identidad falsa, es por un lado «la posibilidad de acceder a contenidos o imágenes inadecuadas, ya sea de manera intencionada o por equivocación», explica Amparo Calandín, psicóloga. Pero este sería el menor de sus problemas, ya que el contacto con desconocidos en las redes sociales a edades tan tempranas convierte al menor en una potencial víctima de pederastas y acosadores. «Puede ser víctima de chantajes mediante imágenes y vídeos personales», indica esta experta.

Un ejemplo reciente de este tipo de chantajes, habitualmente de índole sexual, está siendo investigado por la Guardia Civil después de que un menor de catorce años haya amenazado a una amiga con la que contactó a través de Instagram, de solo doce años, con enviarle a su madre las fotos íntimas que ésta le compartió de forma voluntaria. El menor le exigía más fotos de ella desnuda si no quería que su madre acabara enterándose de lo que hacía su hija. La víctima no cedió a su chantaje y acabó contándoselo a sus padres, como debe de ocurrir para evitar que el delincuente se haga todavía más fuerte.

Desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en la Región alertan del riesgo de que los menores «banalicen el sexo». «Se han dado caso de menores que ofrecen sus servicios sexuales por Internet a cambio de que les recargen el móvil», aseguran estas fuentes.

Urge, dicen los expertos, la implantación de «medidas educativas y formativas obligatorias para niños, padres y educadores sobre el acceso de menores a contenidos ilegales, para que no caigan en el engaño de ciberdepredadores en la Red». Así como la creación de nuevas herramientas de rastreo como el proyecto Asasec (´Advisory System Against Sexual Exploitation of Childreen´) o una base de datos internacional de imágenes de explotación de menores gestionada por Interpol. Y por su puesto, «la eliminación rápida de todo contenido ilícito». Algo que por desgracia no siempre se hace de forma tan inmediata como sería deseable por parte de la víctima.

Tras el surgimiento de esta nueva tipología de delitos, la última reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal 13/2015 introdujo una herramienta novedosa para los investigadores policiales especializados en la lucha contra el cibercrimen como es la creación de la figura del agente encubierto informático. «Al igual que no es necesaria la autorización judicial para que la policía vigile las calles, el ciberpatrullaje tampoco lo requiere con esta figura», explicó en el I Congreso Internacional de Delincuencia sexual on-line un responsable de la Policía Nacional de la Unidad Central de Ciberdelincuencia.

El ciberacoso se dispara

El ciberacoso se disparaLas redes sociales también se han convertido en una peligrosa herramienta en manos de menores que acosan a otros por mera diversión. El estudio Yo a eso no juego, elaborado por Save the Children a través de una encuesta realizada a 21.487 estudiantes de ESO de entre 12 y 16 años de diferentes centros educativos españoles, destaca que un 9,3% de los estudiantes de ESO ha sufrido acoso y un 6,9% ciberacoso. Por otra parte, el estudio Yo a eso no juego añade que las mayores proporciones de encuestados que aseguran haber sido o ser víctima de ciberacoso, en comparación con el resto de España, se han encontrado principalmente en Andalucía, Melilla y la Región de Murcia, por orden, mientras que la Región se sitúa a la cabeza nacional en lo que al porcentaje de niños y niñas víctimas de acoso se refiere. En ambos casos, la Región de Murcia se sitúa por encima de la media nacional.

Según el género, el estudio de Save the Children «observa una prevalencia de las chicas frente a los chicos como víctimas, tanto de acoso tradicional como a través de las TIC». Así, la victimización alcanza el 10,6% de las chicas para las situaciones de acoso (el 8% entre los chicos), y el 8,3% para las de ciberacoso (el 5,3% entre los chicos). En este caso, la Región se sitúa de nuevo a la cabeza nacional, con la mayor proporción de niñas víctimas de ciberacoso, un 84,6% de chicas y un 15,4% de chicos.

«Nos estamos acostumbrando con demasiada facilidad a ver como muchos adolescentes hacen correr por las redes las intimidades más precoces, o descargan contra otros su agresividad a través de unos medios con los que, por otra parte, están totalmente familiarizados, ya que se inician en su manejo prácticamente desde niños», apunta el abogado murciano Melecio Castaño.

A su juicio, « no cabe hablar de impunidad alguna a este respecto», dado que «la Ley Orgánica de Responsabilidad Penal del Menor tipifica las conductas antedichas y establece las medidas a imponer, tanto judiciales como extrajudiciales». «Las primeras, aplicables a los actos más graves, irían desde la prestación de trabajos en beneficio de la comunidad o el alejamiento de la víctima, hasta el internamiento en régimen cerrado», detalla el letrado.

«Por su parte, las extrajudiciales son de aplicación a hechos más leves y se imponen dentro del marco, no de un juicio, sino de una conciliación entre las partes, donde el menor pide disculpas al ofendido, retira de la Red lo que haya publicado... Además, en algunos casos, el menor vendrá también obligado, junto con sus padres o tutores, a resarcir económicamente el daño causado, incluso el moral», comenta.

Castaño, no obstante, hace hincapié en que «el imperio de la Ley y la acción de la Justicia no pueden frenar esta alarmante deriva cuando, entre otras cosas, estamos permitiendo que nuestros hijos crezcan sin infancia y pierdan su ingenuidad prematuramente». En este sentido, alerta de que algunos adultos «miramos para otro lado mientras ellos se divierten a solas, ´jugando´ a contemplar con delectación, con su ´inofensivo, smartphone, cómo le han partido la boca a un compañero al salir de clase o disfrutando de una cándida película porno en la intimidad del cuarto de baño».

Abusa de una niña de 13 años, la deja embarazada y la obliga a abortar

Abusa de una niña de 13 años, la deja embarazada y la obliga a abortarLa Policía Nacional arrestó hace unas semanas a un joven de 25 años que se dedicaba a captar a niñas de entre 11 y 15 años a través de una conocida red social, para después acosarlas con fines sexuales a través de WhatsApp. Los investigadores destaparon que abusó de una de sus víctimas, de trece años, a quien dejó embarazada y le dio 30 euros para que abortara. El detenido en Las Palmas de Gran Canaria contactó con 43 menores.