El Centro Tecnológico Naval y del Mar de la Región de Murcia (CTN) lidera el proyecto europeo Quietmed para identificar en las aguas del Mediterráneo la contaminación acústica que afecta a decenas de especies marinas. Con esto pretenden proteger la comunicación por sonidos de delfines, cachalotes y calderones, ya que ésta se ve entorpecida por el ruido que la actividad humana produce en el medio acuático. Destaca así negativamente el impacto del tráfico marítimo o las obras en los puertos. Hasta la fecha no existía información precisa sobre estos puntos nocivos para la fauna marina, es por eso que los expertos han iniciado esta investigación.

Nuria Ortega es la directora del CTN. Ella explica que «a pesar de los esfuerzos de la comunidad científica para evaluar el impacto ambiental del ruido subacuático, aún queda mucho camino por recorrer». La primera fase de implementación de la Directiva Marina Europea señala que el ruido subacuático, que es uno de los descriptores del buen estado de nuestros mares y océanos, es todavía un gran desconocido y existen brechas en el monitoreo y control del mismo.

Quietmed es una iniciativa pionera en el Mediterráneo que busca mejorar la coordinación entre los estados miembros que comparten regiones y subregiones marinas para aumentar el nivel de protección y el estado de conservación de los espacios marinos frente a los daños causados por el ruido subacuático que producen las actividades humanas. Este proyecto tiene como objetivo mejorar el nivel de coherencia y la comparabilidad de los programas de medición de ruido subacuático que se realizan en todos los países mediterráneos, fomentando la cooperación entre ellos. Para ello, el CTN ha desarrollado un mapa GIS con el primer registro de actividades generadoras de ruido submarino impulsivo en el Mediterráneo.

Los investigadores exponen que las actividades humanas que tienen lugar en el mar aportan muchos beneficios a la sociedad y la economía, pero también bastantes efectos nocivos. Para poner coto a esto, la Unión Europea ha creado la directiva marina 2008/56. Según los expertos, «esta norma representa un gran avance para preservar el medio ambiente marino, ya que pretende alcanzar un buen estado ambiental para el año 2020». En ella se destaca la necesidad de establecer niveles de ruido antropogénico, que no afecten a la biota marina. En el marco del proyecto Quietmed se establecen enfoques comunes para definir el buen estado ambiental y la determinación de umbrales.

En definitiva, el Quietmed contribuye a una implementación eficiente del segundo ciclo de la legislación actual, facilitando actualizaciones coherentes y coordinadas entre todos los países de la Europa Mediterránea que permitan saber hasta qué punto el ruido generado por la actividad humana está afectando al buen estado ambiental de nuestros mares y océanos.

Ortega expone que el impacto del ruido en la globalidad de la biodiversidad marina es todavía «desconocido». No obstante, comenta que sí que se sabe que entre las especies más afectadas por el ruido submarino están los cetáceos; principalmente, porque dependen del oído para orientarse y comunicarse entre ellos para diversas funciones vitales como son la búsqueda de alimento o la reproducción. Sin embargo, «el ruido también puede afectar a otras especies, como por ejemplo a los tiburones, que localizan a sus presas gracias a su fino oído», señala al respecto.