Desde la discoteca, Alfonso Torres, su propietario, afirma que en ningún momento se ha echado para atrás a nadie por su sexo, raza, cultura o religión. «La nacionalidad no tiene ninguna importancia. Los chicos, como venganza, decidieron más tarde saltar la valle y quemar un contenedor de basura que estaba cerca de un depósito de propano, por lo que podría haber terminado en tragedia. No eran hermanitas de la caridad», afirma el propietario, mientras que los propios jóvenes y los profesores que estuvieron allí niegan cualquier tipo de incidente durante la noche. «No es un problema de racismo, si ellos van bebidos y el personal de seguridad no los deja pasar y se toman la justicia por su mano, pues es una cosa muy grave». «Que no nos vendan la moto de que se trata de un problema de racismo, porque nosotros no lo somos. Precisamente hemos tenido en nuestra empresa contratados a gente de cualquier país, raza o religión. Allí puede ir cualquier persona que sea educada y que se comporte correctamente y que no se consuman drogas ni alcohol en el caso de los menores. No puedo permitir que en mi sala entren cuatro personas que, más allá de la nacionalidad o la religión, se dediquen a ocasionar cualquier problema referente al orden público», declaró Torres.