La Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y la Bulimia (Adaner), primera institución en la Región integrada por padres y familiares de personas que sufren trastornos de la conducta alimentaria, se enfrenta en la actualidad a un reto que no había registrado desde su fundación, en 1993: un total de siete niños, de entre siete y once años, han ingresado en la asociación en el presente curso escolar, desde septiembre del año pasado, con trastornos alimentarios. Algo que «no había pasado nunca» ya que, como mucho, «podía darse un caso o dos al año», explica la presidenta de Adaner, Emilia Hernández.

Aunque las causas de este aumento no están claras, Hernández recuerda que en la actualidad entre un 5 y un 6% de la población se encuentra en riesgo de sufrir alguno de estos trastornos.

El consejero de Salud, Manuel Villegas, pudo conocer ayer de primera mano el trabajo que se realiza en la asociación durante la visita que realizó a sus instalaciones en la capital del Segura, donde destacó « la prevención y la atención a las personas que padecen estos problemas». El consejero de Salud indicó que «la prevención es el primer paso para limitar la incidencia de los trastornos de la conducta alimentaria», junto a otros factores como controlar las causas de riesgo, así como asesorar e informar a la población. Además, Villegas señaló que «abordar estas patologías requiere un enfoque global y un esfuerzo importante en prevención y promoción de una buena salud», por lo que resaltó la necesidad de seguir promoviendo, a través de programas como la Escuela de Salud, «estilos de vida sanos y concienciar sobre aquellas conductas que podrían derivar en trastornos de la conducta alimentaria».

Durante la visita de Villegas, responsables de Adaner reclamaron mayor financiación por parte de la administración regional para hacer más asequible el acceso a estos servicios y poder contar con plazas concertadas que permitan a enfermos o familias con menos recursos poder hacer uso de los servicios de la asociación. Y es que, aunque Adaner, al ser una asociación sin ánimo de lucro, ofrece unos precios más bajos que otras clínicas o centros especializados, los tratamientos suelen ser caros para muchas familias, que no pueden hacer frente a los 1.500 euros mensuales que cuesta la estancia en el Centro de Día, que incluye almuerzo, comida y merienda, además de talleres, terapias psicológicas grupales e individuales y sesiones periódicas con nutricionista y con psiquiatra. Por su parte, los usuarios del servicio ambulatorio se encuentran con el psicólogo de forma periódica semanal o quincenalmente, al tiempo que reciben servicio nutricional.

Asimismo, para el tratamiento de los niños hay un especialista que desarrolla un método de trabajo diferente al que se sigue con los adultos.

Más de 200 casos al año

Más de 200 casos al añoSegún la Comunidad Autónoma, el número de casos de anorexia que se detectan anualmente en la Región oscila entre 40 y 100, y entre 150 y 200 de bulimia. Son las mujeres quienes más lo padecen, ya que en el caso de anorexia, por cada nueve mujeres ingresa un hombre, mientras que en bulimia, el 70% son mujeres. La Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Reina Sofía registra cada año unos 30 ingresos para tratar en régimen hospitalario estas patologías.

Por su parte, Adaner recibe más de 200 personas al año que sufren trastornos de la alimentación. En 2017, en concreto, fueron 231 personas. En la actualidad, en el servicio ambulatorio hay150 usuarios. Los pacientes llegan derivados de Atención Primaria o por solicitud de las familias o centros educativos. También hay casos en los que el propio paciente es el que toma la decisión de dar un paso adelante para salir de la enfermedad y pide ayuda por sí mismo.

Cuando llegan al centro, un miembro de la asociación recibe a los usuarios a través de una acogida familiar para que el paciente y su familia conozcan la institución. Se diseña un tratamiento personalizado y los pacientes reciben ayuda de un psiquiatra, un nutricionista y un psicólogo que se les adjudica y les acompaña durante todo el proceso de recuperación. Un completo equipo de profesionales que, junto a las familias, luchan día a día para que los pacientes aprendan a quererse tal y como son.