Cada 28 de mayo se celebra en todo el mundo el Día de la Nutrición, una iniciativa apoyada por numerosas instituciones y que cuenta con la colaboración de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD).

Según este organismo, la sociedad actual vive influenciada por un estilo de vida rápido y cada día más hostil. La carga de trabajo, la familia, las tareas de casa y el estrés no permiten alimentarse de forma saludable. En la mayoría de los casos se desconoce lo dañinos que pueden llegar a ser algunos alimentos para el organismo y se abusa de comida rápida, alimentos precocinados y productos light, «sin saber que hay opciones sustitutivas mucho más saludables».

La nutrición debe ser armónica, sana y equilibrada. Fesnad invita a dedicar la jornada de hoy a reflexionar sobre cómo llevar una buena nutrición y adoptar buenos hábitos alimenticios.

Además de incluir alimentos de los cuatro grupos -cereales y tubérculos, frutas y verduras, productos de origen animal, grasas y azúcares-, es muy importante grabar otros buenos hábitos que nos proporcionarán diversos beneficios. Son cinco sencillas claves.

La primera es masticar despacio. Es muy común que al comer rápidamente, se mastique mal. Esto impide disfrutar del sabor de la comida y, lo que es peor, nos genera una serie de problemas en el aparato digestivo. Una buena masticación evita que nuestro estómago e intestino trabajen horas extra y que tengamos una sensación de pesadez, así como agruras y estreñimiento; nos ayuda a calmar el sistema nervioso y aumentar la cantidad de oxígeno en el cuerpo, lo que reduce la ansiedad durante la comida.

El segundo consejo es beber agua, pero restringirla durante las comidas. Los médicos recomiendan, por lo menos, beber agua de media hora a una hora antes y después de comer. Nunca durante la ingesta de alimentos. Si se tiene mucha sed, debemos tomar sólo lo indispensable para quitarla y, desde luego, no beber refrescos gaseosos durante la comida.

La tercera clave es limitar el consumo de azúcares, grasas y alcohol al 10% de lo ingerido en un día. Un buen hábito alimenticio es consumir más carnes bajas en grasa (pollo, pescado), cocinar con menos aceite (como el de origen vegetal), y limitar los postres como chocolates, helados, o pasteles.

Frutas y vegetales, cinco al día, tres de fruta y 2 de verdura. Su consumo está relacionado con la disminución del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, mejorando además la presión arterial.

Por último, los nutricionistas recomiendan consumir proteínas en cantidades moderadas (20%) y limitar las raciones de carne a 150 a 200 gramos (del tamaño de 2 barajas). Es mejor no tomar el guisado como el plato principal de la comida, sino como parte de ella, e intentar comer leguminosas junto con cereales como plato fuerte (enfrijoladas, habas con germen de trigo), combinaciones casi tan altas en proteínas como la carne, pero bajas en grasa.

Si a esto se añade la reducción de alimentos procesados y se toma la costumbre de leer las etiquetas y la información nutricional de cada producto, se mejorará la elección de los alimentos y, en consecuencia, el bienestar y la salud se beneficiarán.