La enfermedad celiaca (EC) afecta a un 1% de la población, concretamente a 400.000 personas en España aunque muchas más están sin diagnosticar. La patología ha experimentado un vertiginoso aumento en los últimos años ya que hace tres décadas la prevalencia era de 1 afectado por cada 2.000 personas frente al 1% actual. La proporción de casos diagnosticados sobre los no diagnosticados puede ser incluso de 1 a 5. Esto se debe a que en los últimos años la edad de inicio de los síntomas tiende a retrasarse, en parte debido a que se prolonga la lactancia materna y también porque se retrasa la introducción del gluten en la alimentación infantil. La EC puede aparecer en cualquier etapa de la vida. Además, son frecuentes las manifestaciones extra intestinales que son posibles en otras muchas patologías, sin ningún síntoma digestivo, lo que contribuye a las dificultades de diagnóstico.

La EC se produce por una intolerancia permanente al gluten. Es una enfermedad autoinmune, es decir, el organismo genera una respuesta inmunológica contra el propio organismo en la que se conoce el factor exógeno principal: el gluten. Así, ni se trata de una alergia ni de una intolerancia.

Hoy, como cada 27 de mayo, se celebra el Día Nacional del Celiaco, una efeméride que sitúa en un primer plano a quienes conviven con esta patología que influye en la vida social, haciendo difícil salir a comer fuera o asistir a invitaciones y que, además, condiciona al círculo más cercano de la persona afectada (familia, amigos, compañeros de trabajo o escuela...).

Es una enfermedad crónica con la que hay que aprender a convivir toda la vida y que afecta a distintos órganos del cuerpo, dañando en primera instancia el intestino y afectando a personas con predisposición genética. Además, los celiacos pueden manifestar, debido a un mal seguimiento de la dieta, otras enfermedades asociadas, algunas de ellas muy graves, como los carcinomas de garganta o intestino.

El único tratamiento que tiene es una dieta estricta sin gluten durante toda la vida. De hecho, la ingesta de pequeñas cantidades de gluten, de forma puntual o continuada, puede causar trastornos importantes, por lo que el único medicamento es la alimentación.

Afecta al doble de mujeres

La prevalencia estimada en Europa es del 1-2%, siendo más frecuente en las mujeres, con una proporción de 2 a 1. La ingestión de gluten en una persona celiaca sin diagnosticar acaba ocasionando la atrofia de las vellosidades del intestino delgado, no absorbiendo correctamente los nutrientes y generando carencias nutricionales que pueden derivar en enfermedades graves e irreversibles, de ahí la importancia de un diagnóstico temprano.