La residencia de personas mayores de Lorca Domingo Sastre no sólo cuida de humanos: entre sus inquilinos está Tina, una perra de 4 años que ha dado luz a la vida de una de las internas. Ana, que tiene ahora 70 años, cuenta con problemas de movilidad y, al no contar con familia, se vio obligada a entrar en el geriátrico. Fuera se quedaba Tina, que permanecía temporalmente a cargo de la asociación Ayuda a Mascotas en Riesgo (AMAR). La separación hacía mella en el ánimo de Ana. Hasta que los responsables de la residencia tuvieron una idea: admitir también a la perra en sus dependencias. Y de eso hace dos meses.

Antonio Luis Elvira, director de la Domingo Sastre, admite que «yo no me había planteado que la perra ingresara». Antes de ser Ana una de las internas del centro, iba allí a visitar a su madre (de 93 años de edad, que también reside en la residencia) y «alguna noche la pasó allí, en un sillón», comenta el director. Una vez que ya ingresó, «el ver a esta mujer triste fue lo que me hizo plantearme» dar acogida a la mascota, señala el responsable del centro. Y es que Ana «preguntaba por la perrica».

Se pidieron todos los permisos y fueron concedidos. El día que a Ana se le dijo que podría tener consigo a su perra, «se le iluminó la cara», recuerda Elvira. Incluso «se puso a limpiar el patio» para que todo estuviese como una patena cuando llegase su amiga ´peluda´. Y ese día, «cuando abrieron la furgoneta y salió la perra, las dos se comieron a besos», rememora el director de la residencia. «Los que estábamos viéndolas nos emocionamos», añade.

El de Ana, matiza Elvira, es «un caso especial», dado que la señora no tiene descendientes. Tina es «una perrica a la que ella adora, que puede darle vida y darle ilusión», manifiesta.

«La soledad, cuando tú la buscas, es maravillosa. Pero, cuando la vida te la impone... Y esta mujer, la única ´persona´ que le hace compañía es la perrica. Y ella soñaba con volver a ver a su perrica. «los animales, a nivel afectivo, pueden suplir, a veces, a los seres humanos», hace hincapié.

Ana, no obstante, tiene el pesar de que a Tina «no puede darle todo el juego que la perra quiere», apunta el director. «La mujer dice ´me da pena, no puedo jugar con ella como jugaba antes, porque cada día me duelen más las piernas y voy a tener que comprarme un andador´», detalla Elvira. Agrega que Ana ha llegado a pensar que su mascota «a lo mejor estaría mejor con una familia».

A Tina se le ha habilitado en la residencia un espacio para que duerma. Es lo único que no puede: pernoctar en la misa habitación que Ana.

Por su parte, Ángel Navarro, responsable del proyecto AMAR, valora que en la residencia «tomasen la importantísima, humana y creo que pionera decisión de que Tina pudiese vivir con su dueña».

Navarro apostilla que todo el protocolo desde que tiene conocimiento del caso hasta que llega el final feliz se puso en marcha «asesorado y respaldado por el despacho de abogados De Animals, cuya titular es Raquel López Teruel». Al principio, cuando AMAR aún se hacía cargo de la perra, «cada día se informó, mediante SMS a la dueña del estado del animal, para que se encontrase tranquila y, de esta forma, ayudar a su pronta recuperación», detalla Ángel Navarro.

La Comunidad informa, por otro lado, de que la residencia de personas mayores Virgen del Valle es pionera en la puesta en marcha de terapias alternativas con animales para ancianos. En concreto, para 40 internos. personas mayores. Sobre esta terapia, «entre sus muchos beneficios reconocidos por los expertos destacan la regulación del sistema nervioso autónomo, potencia el autoconcepto, imprescindible para una buena inteligencia emocional, además de favorecer la autoestima», indicaron desde la Consejería de Familia de la Región. La idea de la Comunidad es hacer esto en más centros.