Murcianos y foráneos que cuentan con una segunda residencia, especialmente en zona de playa, pueden llevarse una desagradable sorpresa si en las vacaciones de Semana Santa se dan una vuelta por esta casa. Y es que es en estas fechas (pasada la Navidad y cuando aún faltan unas semanas para la Pascua) cuando muchos ladrones aprovechan para desvalijar estos domicilios, a sabiendas de que no hay moradores en esos momentos.

De esta manera, los cacos tienen vía libre para entrar en las casas, incluso para tomarse su tiempo en forzar la cerradura. Al no encontrar habitantes en las viviendas, no se produce violencia física en ningún momento.

No hay habitantes, pero sí enseres. Televisores, ordenadores y otros aparatos electrónicos son los más codiciados. En estas segundas residencias la gente no suele dejar dinero en metálico, explican fuentes policiales. Pero sí objetos que guardan allí para hacer uso de ellos en vacaciones, como bicicletas. Y no sólo eso: los cacos buscan incluso tuberías de cobre y grifos, para venderlos luego en el mercado negro.

Por contra, en la época estival, cuando estas casas de playa están ocupadas, donde los ladrones ponen el foco es en la ciudad. Como precaución, pedir al vecino que recoja el correo, instalar una alrma o poner temporizadores de luces para que se enciendan y apaguen en determinados momentos: así parecerá que la vivienda está habitada.