A Murray Molloy le gusta tumbarse en camas de clavos, que le pisen la cabeza mientras la coloca sobre un montón de cristales rotos, introducirse clavos por la nariz con un martillo y también hacer contorsionismo pasando todo su cuerpo por el aro de una taza de váter. Pero lo más importante: el irlandés Murray Molloy es un tragasables -así le gusta que le llamen- y vive en Murcia.

Cuando tenía 18 años comenzó a interesarse por el mundo de los tatuajes y ´piercings´. Y mientras se informaba sobre ello encontró los ´Sideshows´ de Estados Unidos. «Eran espectáculos que tenían lugar al lado de los circos y donde se encontraban comefuegos, artistas con malformaciones y con habilidades extrañas», cuenta Molloy. Desde ese momento decidió que quería ser tragasables.

Pero el camino hasta convertirse en uno de ellos fue arduo, desagradable y, en ocasiones, desesperante, «tardé tres años y medio, casi una carrera», explica entre risas. Para poder introducir el sable o la espada hasta el estómago se necesita, en primer lugar, relajar los músculos y los tejidos internos: «Los primeros meses lo único que hacía era controlar el vómito», ahora puede introducirse más de 5 espadas a la vez.

Con veintiún años salió a las calles de Dublín para mostrar al mundo su espectáculo, y ya se ha recorrido los cinco continentes y ha actuado en más de 25 países. «Conectar con la gente de otras culturas es maravilloso -cuenta el tragasables-, y hacer que la gente se olvide de sus problemas y pueda disfrutar con mi actuación es muy bonito». Uno de los shows que recuerda con mucho cariño fue en Melbourne, en Australia, cuando tras acabar su actuación un hombre se le acercó y le dijo: «Estoy pasando una época mala en mi vida y me has hecho reír, gracias».

Molloy y todos los de su gremio están de celebración, porque el último sábado de febrero se celebra el Día Mundial del Tragasables, día con el que pretenden dar a conocer algunas curiosidades sobre esta práctica poco convencional, «mucha gente no sabe que los tragasables han ayudado a la medicina en el estudio del aparato digestivo», explica el artista. Lamenta, sin embargo, que ahora existan tan pocos artistas dedicados a esto, ya que asegura que en el mundo no hay más de cien y que él es el único que reside en España.

Aunque ser tragasables acarrea una gran lista de riesgos para la salud del ser humano, Murray Molloy no piensa dejar de asombrar a los murcianos y al resto del mundo con su espectáculo.

Un desafío practicado por faquires

Engullir una espada es una práctica que se remonta dos mil años antes del nacimiento de Cristo. Hay cuentos y dibujos que, ya hace cuatro milenios, mostraban esta actividad relacionada estrechamente con las religiones de la India. Este ejercicio era practicado por los faquires y chamanes como método para convencer a la audiencia de los poderes sobrenaturales que poseían. Poco a poco esta exhibición se fue extendiendo por todo el mundo. Ya en la segunda mitad del siglo XIX, y con la cultura de los circos en auge, este espectáculo inicia su época dorada que durará casi 100 años.