Pues que hacía bastante tiempo que no iba yo por la Asamblea Regional, y, como lo del Mar Menor es algo que me interesa mucho, decidí ir al pleno. Estaba anunciado a las 10, pero, cuando llegué, me dijeron que se había retrasado. Subí al salón de actos, y allí estaban sentados casi todos los diputados del PP, pero apenas ninguno de los otros partidos. Había una cierta tensión en el ambiente, pero no quise preguntar nada, no fuese a ser que me la cargara yo, porque, cuando la gente está encorajinada, nunca se sabe.

Al poco llegó todo el mundo, se sentaron los diputados y diputadas (qué gusto da ver la mesa presidencial: 5 mujeres y 2 hombres- Ni igualitario, ni nada: cinco señoras, y, dos de ellas, la presidenta y la secretaria general de la Asamblea, es decir, las dos que parten el bacalao), y enseguida empezó el encabronamiento propiamente dicho. El portavoz del PP, Víctor Manuel Martínez, protesta porque nadie le había dicho que se retrasaba el pleno. La presidenta le responde que había ordenado que se le comunicara, y él, dale que te pego, que no lo sabía y que protestaba. Él pide que se suspenda el pleno, y ella pregunta que para qué; él que para poder estudiar más a fondo las propuestas (risas del público) y ella que al final suspende la sesión porque falta una diputada. Yo le pregunto qué pasa a un diputado del PP, y él me responde que parece ser que una del PSOE se ha ido a mear. La verdad es que da un poco de pena ver a Víctor Martínez, que es un buen portavoz, metido a esos menesteres de dar la tabarra, por darla.

A continuación comenzaron los portavoces de los distintos grupos a explicar sus cosas sobre este proyecto de ley del Mar Menor. Por el PSOE habló Antonio Guillamón Insa, por Podemos, María Jiménez, y por Ciudadanos, Luis Fernández. Los tres explicaron sus posturas ante el problema que, fundamentalmente, consistía en decir que el PP, en 23 años, no había hecho nada por el Mar Menor y que lo habían dejado morirse tranquilamente, no solo con el tema de la agricultura enloquecida, sino con la construcción desparramada y otras cositas. Como es natural, estos discursos les sentaban a las bancadas del PP como un tiro, y como no es tan natural, se dirigían a los que estaban hablando con interjecciones, exclamaciones y unas caras que tenían ustedes que haberlas visto. Bueno, hubo quien se mantuvo bastante tranquilo, a saber: el consejero Pedro Rivera, que ni siquiera sacó un papel y un boli para hacer como que tomaba alguna nota; el consejero Francisco Jódar, que si sacó el papel pero que apenas usó el boli, quizás porque, al ser el consejero de Agricultura, se sabía ya de memoria todo lo referente a las lechugas y al secano; y también mantuvo la calma el consejero de Medio Ambiente, entre otras cosas, Javier Celdrán, que se mantuvo impertérrito, como si a él lo que le gustara realmente es la Cultura y no tanto la cosa de el Mar Menor, que es un rollo malo que se ha encontrado ahí, sin comérselo, ni bebérselo.

Mención aparte merece nuestro presidente, Fernando López Miras, al que vi relajado, sonriente, poco dado, aunque algo, a la interjección y a los gestos de susto, como si todos los ataques que se producían contra la política medioambiental de los últimos 23 años no fueran cosa suya. Y la verdad es que razón tiene, porque cuando el Partido Popular comenzó a gobernar esta Región, Mar Menor incluido, (esto es muy importante: el Mar Menor pertenece a la Región de Murcia, aunque nadie le haya hecho caso en décadas) él tenía 10 añitos, o sea que, cuando hablan de que algo nuevo está pasando en el Gobierno tiene razón y los de ahora no son responsables. Aunque vete tú a decírselo a Urralburu, a Sánchez de Ciudadanos, o a Sánchez del PSOE, que son unos descreídos y no respetan la juventud, ni la inocencia.

A defender al PP salió el diputado Jesús Cano, allí, con sus papeles preparados, bien estudiadico el tema, con una puya para cada partido, unas mejores y otras peores, con citas geográficas e históricas, con argumentos como: ´ustedes son enemigos del Mar Menor, del aeropuerto de Corvera, del AVE,?´, que ya es ser enemigo, oiga. Y la sesión se terminó votando, y, para encorajinar más al respetable, el PP pidió votar una a una las pegas que ellos le ponían al proyecto de ley. La cosa acabó 23-22, diez o doce veces, levantando la manita todos los diputados, para lo que tuvieron que soltar los teléfonos móviles, que hubo un momento que conté a 18 diputados dándole a la tecla. En fin.