Corría el 26 de diciembre del año 1793. Sobre las tres de la tarde. Fue cuando el sol explotó en Murcia. De golpe, sin saber a qué se estaban enfrentando, los murcianos vieron sobre el cielo un fenómeno que muchos no sabían ni cómo se llamaba. Y se llamaba aurora boreal.

La intensa luz que cubría entonces el firmamento, producto de una mezcolanza entre los rayos solares y las nubes, asustó a los más supersticiosos. Dada la época, atribuir características casi mágicas a fenómenos que, años después, tuvieron su pertinente explicación científica, era habitual. Las crónicas de la época hablaban de los efectos de la aurora boreal sobre los animales, sobre las cosechas y sobre las personas. Muchos de los presentes creyeron estar ante un fenómeno paranormal o extraterreste. En un momento en el que las redes sociales consistían en comentar entre vecinos, la extraña luz dio que hablar.

No es precisamente lo habitual en Murcia. Las auroras boreales son características de lugares como Finlandia o Rusia, pero no suelen darse en España. Ni en la Región. Aunque, un siglo después de aquella primera de la que se tiene constancia, se vio otra.

Los archivos de la Agencia Estatal de Meteorológica tienen el registro, el día 4 de febrero de 1872 de una «espléndida aurora boreal».

Además, según se detalla en el blog MurciaMet, especializado en el tiempo en la Región, «el 13 de octubre de 1787 volvemos a encontrar referencias a una aurora boreal, esta vez roja, en un memorial literario de descripción de auroras boreales». La bitácora apunta que este brillo «en Murcia se empezó a ver a las 6.25 horas y duró hasta las 10.00. Según textos de la época, «se principió a advertir la parte boreal del cielo con una rubicundez uniforme, que casi instantaneamente se encendió, y cubrió notablemente hasta la cola de la Osa Mayor». Su trayectoria se explica así: narrando por qué estrellas va pasando.

En plena contienda fraticida volvió la deidad griega Eos a mirar el cielo de la Región. «Finalmente, el 25 de enero de 1938 tenemos referencia de la última aurora boreal divisada en la Penísula Ibérica. Documentada fundamentalmente en Barcelona y Madrid, y a pesar de la guerra, en Molina de Segura, por ejemplo, hay registro de dicha efemérides, por lo que nos hace pensar que seguro que también pudo ser vista por Murcia», se puede leer en MurciaMet.