A partir del próximo septiembre los centros educativos franceses estarán libres de móviles. Emmanuel Macron ha cumplido una de sus promesas electorales y ha acabado con la eterna lucha de los profesores contra los smartphones en las aulas. Sin embargo, esta medida no ha tardado en generar voces críticas (fuera y dentro del territorio galo) defendiendo la utilización de los móviles como herramientas educativas. Por ello, ¿es la prohibición total de los teléfonos la solución al problema?

Raimundo de los Reyes, presidente de la Asociación de Directores de Educación Secundaria en la Región, apuntó que hay en marcha «un decreto de convivencia», a aplicar por todos los centros, en el que se dice que «el uso del móvil sin autorización supone una falta».

No obstante, la regulación del uso de estos dispositivos de bolsillo se encuentra en el reglamento interno de cada centro. Además, cada profesor considerará si el uso de los móviles puede ser didácticamente beneficiosos en alguna práctica educativa.

De los Reyes admite que los teléfonos móviles son herramientas nocivas en el momento en que se convierten en útiles para, por ejemplo, acosar a un compañero de clase. Aunque estas actitudes puntuales no han de conllevar, señala, «una prohibición». Él apuesta por «formar en un uso educativo del móvil» a los escolares.

«Lo que no tiene mucha lógica es que estemos hablando de aulas digitales, que en vez de libros los niños tengan que llevar tabletas y que, a la vez, les prohibamos el móvil», manifestó al respecto.

Raimundo de los Reyes, asimismo, incidió en la importancia de que los padres «se impliquen» más a la hora de educar a los menores sobre el buen uso de las nuevas tecnologías. Y es que, lamentó, «a veces hablamos de educación y pensamos sólo en los centros de enseñanza, cuando sirve de poco que se eduque en el colegio cuando no se hace en casa».

Pese a los beneficios en materia educativa en los institutos, la amplitud del problema se expande más allá de los adolescentes. En datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a los 10 años, el 25% de los niños tiene teléfono móvil, una cifra que aumenta hasta el 75% en los dos años siguientes.

Esta influencia hace que la concienciación deba empezar antes, subraya De los Reyes. A su juicio, la prohibición no es el mejor camino, sino que se debe apostar por dar pautas, en casa y en las aulas, para que los alumnos sepan cómo utilizar estas tecnologías de manera educativa. Han de enseñar a los menores, tiene claro De los Reyes, desde Primaria. «Hoy en día, al móvil estamos pegados todos. No hay reunión a la que vayas en la que no haya gente con el móvil. No hay comida en la que no estén los móviles encima de la mesa», dijo.

Por su parte, Paqui López, presidenta de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres Juan González, sostuvo que «las prohibiciones, por sí solas, no suelen solucionar los problemas: más bien los agravan». Así, coincidió con De los Reyes en la importancia de «intentar educar en el uso de estos instrumentos», tan útiles en, por ejemplo, la clase de Música.

«Todo es relativo», destacó López, que admite que «los chavales llevan el móvil desde cada vez más jóvenes». «Las familias deberíamos plantearnos cuándo se necesita el móvil», aseveró.

Por tanto, el debate de los teléfonos móviles en la Región está encima de la mesa. Este no pasa tanto por su prohibición, como en Francia, sino más por la concienciación para un correcto uso que evite, como manifestaba el ministro de Educación francés, Jean-Michel Blanquer, que se convierta en «un problema de salud pública».