Las especies invasoras, tanto de peces como de invertebrados como cangrejos o almejas, han aumentado en número y también ocupan más espacio en la cuenca del Segura.

Esta es una de las realidades que se ha podido constatar durante los cuatro años que ha durado el proyecto financiado por fondos europeos Life+ Segura Riverlink. Franqueo fluvial, que se ha desarrollado en los ríos Segura y Moratalla. En este proyecto han participado la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), la Universidad de Murcia, la organización ecologista Anse, la Comunidad Autónoma de Murcia y el Instituto Tecnológico Agrario y Agroalimentario.

«Aunque el objetivo del proyecto no era estudiar las especies invasoras sino mejorar y fortalecer la conectividad entre los ríos y acercarlos a su estado natural, sí nos ha permitido seguir constatando que las especies invasoras son un problema en la cuenca», explica el profesor del departamento de Zoología de la UMU, Francisco José Oliva, quien ha coordinado, junto con la profesora Mar Torralva, el grupo de investigación de la Universidad.

Este equipo se ha centrado en el seguimiento ambiental de las comunidades de peces, cuenta el profesor Oliva, quien añade que la cuenca está muy cambiada, fundamentalmente debido a la invasión de especies que no son autóctonas.

«Muchas han venido por el trasvase Tajo-Segura, otras ni siquiera se sabe realmente cómo han llegado hasta aquí», destaca.

El profesor explica que en algunos tramos del río «es alarmante» la presencia de estas especies, como es el caso de la almeja asiática o del cangrejo señalo del Pacífico. En el primero de los casos ya ha colonizado 50 kilómetros del cauce.

«Se debe tener claro el impacto tanto ecológico (porque pueden provocar la desaparición de las especies locales) como económico e incluso para la salud» que este tipo de fauna tiene en la cuenca. Un ejemplo: las almejas van a provocar daños en las infraestructuras de regadío, apunta.

Otro ejemplo, el galápago de Florida puede transmitir la salmonelosis.

«Ha funcionado muy bien»

«Ha funcionado muy bien»En referencia al proyecto Riverlink en sí, que acabó este verano tras cuatro años de trabajos, Oliva explica que «ha funcionado muy bien y ha servido para empezar una línea de trabajo para la recuperación de la cuenca que se debería continuar».

El equipo de Zoología seleccionó varias especies para monitorizar y estudiar, aunque la especie centinela elegida fue el barbo, que sí es nativo del río Segura.

Una de las principales actuaciones del proyecto era construir escalas de peces, es decir, nuevos pasos que ayudasen a las especies autóctonas a remontar el río y poder comer o reproducirse debidamente. También se ha demolido algún azud viejo del cauce que impedía el paso de los peces.

Al final se han construido ocho escalas de cuatro tipologías: dos tipos de pasos de artesas (estructuras de cemento por las que el pez escala); las llamadas rampas de roca (se utiliza como pequeña ayuda para el salto en azudes fáciles de franquear); y ríos artificiales: «Es un pequeño riachuelo que se crea desde la parte de arriba del azud, de forma paralela» explica.

En ese caso se contó con la Universidad de Palencia, que posee grandes expertos en el diseño de pasos para peces, apunta.

El problema de algunos de estos proyectos, opina Oliva, es que cuando se descubren herramientas que mejoran la gestión del entorno, no se aplican los resultados, o las investigaciones posteriores se centran en otras cosas y todo el trabajo queda un poco en el aire. «Es frustrante a veces ver cómo no se aplica todo el trabajo que hemos realizado, pero debemos seguir aportando ideas y sugerencias»», admite el profesor. En este sentido, lamenta que, por ejemplo, no se vaya a seguir comprobando si las escalas construidas funcionan a más largo plazo; ni se haga un seguimiento de la fauna ambiental.