Los siete establecimientos de Torre Pacheco vinculados con esta operación no son burdeles en sí: son bares, frecuentados por hombres de origen magrebí, explicaron desde la Policía.

En estos establecimientos se llevaba a cabo el alterne: las mujeres eran obligadas, según los investigadores, a flirtear con los clientes con el fin de que consumieran más bebidas alcohólicas. De hecho, las mujeres se llevaban un porcentaje de cada copa a la que eran invitadas.

Para posibilitar este alterne, explica la Policía, los responsables de los bares posteriormente detenidos decían a las chicas que tenían que permitir que los clientes del club las tocasen, incluso en sus partes íntimas.

Además de alternar con alcohol, los que mandaban en el pub obligaban a las chicas a consumir coca con los clientes. Esto lo llegó a hacer alguna menor de edad. En algunos bares la Policía encontró evidencias de que se vendían sustancias estupefacientes.

A la hora de consumar los encuentros sexuales, estos no se producían nunca en los bares, que no tenían habitaciones habilitadas. Los servicios tenían lugar en las viviendas de los hombres o bien en sus coches particulares, donde se desplazaban las chicas, apuntaron las mismas fuentes.