En Murcia es habitual verlos por las zonas del centro de la ciudad. También pululan por el aparcamiento del Virgen de la Arrixaca, con afán de captar incautos a los que sacarle unas monedas. Aunque no sólo están en la capital murciana: desde Aspanpal, asociación que les viene denunciando al menos una vez por año, aseguran que se ven en toda la Región.

«Ojo. Se hacen pasar por sordos pidiendo donativos para una falsa asociación. Desconfía, puede ser una estafa. Si los ves, llámanos al 092». Es el tweet que escribían esta pasada semana en la cuenta de la Policía Local de Murcia para alertar de estas prácticas, que vienen proliferando por las calles de la ciudad.

El engaño comienza con una supuesta recogida de firmas en la que estas personas enseñan un papel con un encabezamiento de una supuesta asociación y donde señalan después una columna en la que aparecen los donativos entregados por otros vecinos.

Con una carpeta en la mano, estas personas se acercan a su víctima, hacen como que no pueden hablar y entonces muestran una hoja con unos logotipos de una supuesta asociación de niños sordomudos. Entre estos símbolos también hay una bandera de España y la silueta de una persona en silla de ruedas, que nada tiene que ver con una supuesta deficiencia auditiva.

Entonces el timador pide a la víctima que firme a favor de la supuesta asociación y, una vez que la persona estampa su rúbrica, le pide un donativo. Ocurre que en Murcia pedir dinero por la calle no es delito, a no ser que se utilice a menores para practicar la mendicidad. Si quienes se acercan carpeta en mano para pedir el donativo para los falsos sordos no han cumplido los 18, cambiaría la cosa.

El problema es que no todo se queda en estafas a pequeña escala. En ocasiones, acaba en hurto: mientras la víctima rellena el falso formulario, las supuestas personas sordomudas intentan robar al descuido la cartera.

Las asociaciones de sordos han reiterado en diversas ocasiones que nada tienen que ver con estas prácticas. Insisten en que, desde los colectivos oficiales, nunca pedirían dinero por la calle para financiarse.

Hay otra modalidad de este fraude a pequeña escala. Es la que ponen en práctica aquellos que se acercan a quienes están sentados en una terraza tomando algo y les dejan sobre la mesa un boli, una pulsera o similar. Junto a los pequeños objetos, una pequeña nota en la que, asimismo, hay escrito que la persona que pide el donativo es sordomuda y que se requiere la voluntad. Si las ´víctimas´ hacen caso omiso, la persona, a los minutos, vuelve a recoger los objetos depositados en la mesa y se va. Si aceptan el ofrecimiento y entregan unas monedas, han de saber que no va para asociación oficial alguna.