«Soy musulmana, no terrorista. Si confías en mí, dame un abrazo». Es lo que se leía en la pancarta con la que la joven Manal, de entonces apenas 18 años, se plantó en noviembre de 2015 en la puerta del Palacio Consistorial de Cartagena. La chica, amazigh, quería dejar muy claro que una religión no te convierte en asesino.

Han pasado cerca de dos años de aquello (una acción puesta en práctica tras la masacre de París) y la joven sigue siendo una activista, ahora con más de 9.700 seguidores en Twitter.

A través de esta red social, Manal, tras los atentados de Cataluña, insistió en que «musulmán e islamista no es lo mismo».

«En Charlottesville, un nazi también atropelló a gente y no se nos ha ocurrido decir que los blancos tienen que disculparse y manifestarse», escribía la chica, dirigiéndose a aquellos que exigían una manifestación de musulmanaes para condenar los atentados en Las Ramblas.

«No he visto ninguna manifestación de blancos disculpándose por la agresiones a chicas con hijab. No he visto ninguna manifestación de blancos disculpándose por el KKK ni las Cruzadas. No se han disculpado mis vecinos cuando mi vecina empezó a intimidar a mi hermana pequeña por ser marroquí sin poder defenderse», prosigue la chica, en una relación de tuits enlazados (lo que en la red social se conoce como ‘hacer un hilo’).

«No se ha disculpado el colegio de mi hermana cuando sus compañeros le hacen el vacío y la marginan por llevar henna en las manos. No se disculpó mi profesora cuando un compañero de clase me llamó 'mora de mierda'. No os habéis disculpado los blancos cuando vuestros gobiernos saquearon, masacraron, asesinaron países y continentes enteros», continúa Manal, que condena los atentados en Cataluña: «Yo muestro mi repulsa como persona, no por ser musulmana. No he parado de pensar en todo el día lo que estarán sufriendo las familias de los catorce asesinados. Se me parte el alma», escribe.