Entrepeñas y Buendía no han escapado a la maldición que soportan también los pantanos de la cabecera del Segura: allí donde los ingenieros deciden construir un embalse deja de llover. El presidente del Sindicato de Regantes del Acueducto Tajo-Segura, Lucas Jiménez, asegura que en la cabecera del Tajo este fenómeno ha hecho que las aportaciones superiores a los 1.000 hm3 anuales que recibían Entrepeñas y Buendía antes de la puesta en marcha del trasvase al Segura se hayan reducido a la mitad. Según explicó Jiménez, este fenómeno se conoce como ´el efecto de los 80´. El maleficio se rompió en 2014, cuando el Tajo estuvo a punto de llegar a los 900 hm3, lo que habría supuesto la aplicación automática del Memorándum, en lugar de producirse de forma escalonada en cuatro años.