A estas alturas de la historia, Margot Madrid se toma con humor ser tataranieta de Jaime Alfonso ´El Barbudo´, uno de los bandoleros más famosos y sanguinarios de la Región. No recuerda cuándo comenzó a ser consciente de quién era su tatarabuelo, pero si comenta que en su casa esta historia se ha tratado toda la vida entre anécdotas y bromas. La leyenda de ´El Barbudo´ comenzó tras matar a otro bandolero, ´el Zurdo´, hecho por el cual se lanzó al monte en 1806. «Me llamaba la atención que me dijeran que había estado viviendo en cuevas, y cuando era más niña e íbamos a recorrer alguna montaña, miraba siempre dentro de cada una de ellas, o algún hueco en el que pudiera ver si encontraba algún objeto de mi tatarabuelo. Me imaginaba cómo podía vivir en una cueva». Jaime Alfonso fue el último en llegar a una cuadrilla de 60 o 70 hombres, pero tenía tantas dotes de líder que no tardó en comandarlos a todos para cometer fechorías. «Esa personalidad la hemos heredado toda la familia, pero no solo el liderazgo, sino un carácter rudo, fuerte, y un amplio sentido de la justicia».

Aunque ahora reconoce que le sale un alma más de Robin Hood que de bandolero, recuerda cómo le contaban que su ascendente daba dinero a los más desfavorecidos cuando entraba por las puertas de algún pueblo.

Margot trabaja como agente tributario en Hacienda, una contraposición llamativa y metafórica si se tiene en cuenta a qué se dedicaba ´El Barbudo´. «Dicen que llegó a robar mucho dinero, pero definitivamente lo único que hemos heredado de él es el carácter», admite. Mató a mucha gente, dice, sin tener muchos miramientos. «Llegaron a proclamarle gobernador de Murcia, estaba muy unido a las clases políticas, y también era religioso, pero decía que matar a un francés no era pecado».

El abuelo de Margot, que es quien le ha contado todas estas historias, lo califica de una persona mucho más noble que su ascendente bandolero, y a Jaime Alfonso lo defiende hasta cierto punto. «Creo que es un hombre que se vio abocado a realizar todo lo que sucedió, no es que fuera un asesino o mala persona porque sí, él no tenía maldad innata», explica la tataranieta. «Tanto mi abuelo como yo no nos avergonzamos de esta historia, estamos orgullosos de ella, decimos de dónde venimos, quién fue nuestro antepasado». Pero Margot no sólo tiene un ascendente famoso por quién fue en su época. Su bisabuelo fue general de la Guardia Real de Alfonso XIII, y su abuela marquesa de Villaoslada, quien estuvo condenada a muerte durante la Guerra Civil.

Jaime Alfonso, por su parte, tuvo un final trágico. Rota la promesa de Fernando VII de indultarle por todos los homicidios y robos que cometió, fue condenado a la horca, y ajusticiado en la plaza Santo Domingo. Su cuerpo fue descuartizado y los trozos se frieron y se repartieron por todos los municipios donde robó, «como advertencia de quien la hace, la paga», sentencia Margot.