Ahora que se celebra el Día de la Región, me pregunto yo cuántos de los que vivimos aquí sentimos esto de ser de Murcia, así, globalmente. No digo que no amemos nuestra tierra, pero tengo la impresión de que no somos iguales que los de otras regiones españolas en cuanto a eso del orgullo de la pertenencia. Y no estoy pensando en catalanes, vascos o gallegos, que son tan suyos de lo suyo, sino en los andaluces, los castellanos, los canarios, etc., a los que siempre los encuentras felices y contentos de su lugar de nacimiento, mientras que no noto ese poderío sentimental generalizado en nosotros cuando manifestamos ser de Murcia.

Sin embargo, esto no ocurre al hablar de nuestras ciudades y pueblos. Los cartageneros, sin llegar a las chorradas que dice nuestro alcalde, sí que somos muy de allí, al igual que ocurre con los caravaqueños, con los de Águilas, con los de Lorca o los de La Unión, etc.. La gente ama sus lugares de origen, nos sentimos identificados con nuestras tradiciones locales, y conocemos nuestra historia, y eso nos gusta. Bien es cierto que siempre ha habido rivalidades o trifulcas entre vecinos: Cartagena - Murcia, Caravaca - Cehegín, Águilas - Lorca, ( a menudo incrementadas por el fútbol) pero eso pasa también en cualquier otra lugar de España y sin embargo tienen más apego a su región que nosotros. La verdad es que, durante algún tiempo, se nos trató de identificar con los rasgos sociológicos o folclóricos de la huerta de Murcia, y, claro está, todo eso para cualquiera de los que viven junto al mar, desde San Pedro del Pinatar hasta la frontera con Almería, no tiene el más mínimo significado, es decir, que escuchan una jota y se quedan completamente fríos.

Y es curioso que, pasados ya casi cuarenta años desde la Constitución del 78, no hayamos avanzado nada en esto del espíritu regional. Sin embargo, Albacete, que fue provincia nuestra (recuerden: Murcia, 2: Murcia y Albacete) en este tiempo se ha integrado totalmente en su Comunidad y se sienten absolutamente castellano - manchegos, cuestión esta que puedes observar nada más llegar a Cancarix, o a Hellín, con sus fotos de Iniesta en los bares, sus banderas en los locales y su lomo de orza.

Y, por si nos faltaba algo, en estos últimos meses ha parido la abuela. Los problemas políticos que hemos arrastrado y su peregrina evolución han puesto a Murcia en la primera plana de todos los medios de comunicación nacionales. Los apuros de Pedro Antonio Sánchez, y de otros políticos, se convirtieron en los de toda la Región y materia jugosa para toda clase de chistosos y cómicos. No había un programa de humor en una radio o en una tele en el que no se cachondearan a diario de Murcia y de los murcianos. Al ver y escuchar todo eso (creo que no me ha producido nada más indignación en mucho tiempo que la frase ´Murcia, qué corrupta eres´ en uno de esos medios), te sentías muy cabreado y pensabas ¿qué habremos hecho nosotros para merecer esto? A mi correo electrónico llegaban misivas de amigos lejanos que me preguntaban ´Acho, tío, ¿qué os pasa en Murcia?´, y así sucesivamente.

En este ambiente nos llega el Día de La Región. He mirado los santos del día y son San Efrén, San Columba, San Primo€, y uno es de Siria y otro de Iona, que no sé siquiera dónde está. San Primo fue mártir, que, por lo menos es algo, pero ninguno me produce la suficiente fe para encomendarle a la Región de Murcia.

Y me gustaría acabar diciéndoles algo: si, cuando lean ustedes esto sienten dentro de sí mismos el orgullo de ser murciano, les felicito porque han podido superar todo lo que arriba explico. Si no es así y se refugian en sus orígenes más cercanos: su ciudad, su pueblo, como lugar de pertenencia, y de ahí saltan a España, es que el Día de la Región es una fiesta más que, por suerte, este año nos proporciona un puente estupendo.