Fueron varias las ocasiones en las que la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, tuvo que llamar ayer la atención a Teófilo Sogorb durante el interrogatorio que comenzó pasadas las 10,30 de la mañana y se prolongó hasta después de las 14,30 sin haber concluido. A medias de interrogatorio se quedó Carlos Mato, el abogado de Salvador Ochoa, (la segunda vez que le ocurre) y falta aún por intervenir su defensa, que lo hará hoy. Fue la de Sogorb una declaración densa en la que, lejos de ir a la respuesta concreta, se perdía en contextualizaciones y en explicaciones que hacían que, más que un interrogatorio, la sesión pareciera una clase de economía. Su afán por querer explicarlo todo, incluso lo que no se le había preguntado, colmó la paciencia de la magistrada que a últimas horas de la mañana conminó en varias ocasiones al acusado a ceñirse al objeto de la pregunta y, ante la insistencia de Sogorb de seguir a lo suyo, le espetó: «Señor acusado, hágame caso, por favor».