Recuperar a medio plazo los balnearios de la ribera del Mar Menor que se han perdido es el objetivo fijado en un Plan Director en el que está trabajando la Consejería de Turismo, Cultura y Medio Ambiente, en el que pretenden restaurar una docena de recintos, comenzando con el de Floridablanca en San Pedro del Pinatar.

«Vamos a trabajar en la recuperación de un concepto que tiene mucho que ver con los valores tradicionales de estos municipios costeros, como son los balnearios», ha explicado el titular de este departamento, Javier Celdrán.

Varias son las razones esgrimidas por el consejero. Una es que el comité científico del Mar Menor ha dado su visto bueno a esta iniciativa. «Nos han dicho que estas edificaciones son excelentes para la recuperación de la biodiversidad y el hábitat marino. Se convierten en arrecifes artificiales bajo los cuales aparecen especies que se reproducen, buscando la sombra», indica Celdrán.

En segundo lugar, apunta, estos recintos «tienen que ver con las tradiciones históricas. Los balnearios los difrutaban nuestros abuelos y bisabuelos y es algo del legado histórico que debemos recuperar culturalmente».

Sin tener totalmente cerrado ese plan director, el planteamiento es trabajar en una docena de ellos, «pero empezaremos con uno para definir un modelo de recuperación que sea sostenible, que esté avalado por el comité científico y que sirva de ejemplo y buena práctica para llevarlo al resto de los municipios de la laguna», comenta el consejero.

«No se trata, de todas formas, de llenar todo esto de balnearios», subraya.

El plan piloto se va a realizar en el balneario de Floridablanca, en la playa de ´La Puntica´ de Lo Pagán (San Pedro del Pinatar), que es un bien catalogado.

Este proyecto ya está bastante avanzado y, de hecho, se pensaba incluir una amplia zona dedicada a un museo que girará en torno al Mar Menor, así como a los usos y costumbres ligados a este tipo de construcciones.

Por parte del Gobierno regional hay presupuestados 810.000 euros, que están pendientes de invertirse cuando se apruebe por parte de la Dirección General de Bienes Culturales el proyecto definitivo.

El consejero explicó que para estos proyectos, se contará «en todo momento» con la colaboración de los ayuntamientos de la zona, como en este caso el de San Pedro del Pinatar; con la Dirección General de Costas y con otras consejerías que puedan estar implicadas desde el punto de vista de sus competencias.

Además de la recuperación patrimonal en sí, para el recinto pinatarense se contemplan detalles como el desplazamiento de la estructura varios metros y otros factores para que la nueva construcción ayude a la recuperación y sostenibilidad del Mar Menor.

En este sentido, insiste, se seguirá contando en todo momento con el Comité Científico del Mar Menor «y se cumplirán con las directrices recibidas para que los elementos estructurales no alteren en ningún caso el ecosistema» de la laguna.

Un poco de historia

El Balneario de Floridablanca fue construido en el año 1911 y es un Bien Catalogado por su relevancia cultural con Grado de Protección uno. El espacio original ocupaba un total de 244,45 metros cuadrados y tenía una planta en forma de cruz latina con una pasarela de 27 metros que daba acceso al balneario desde la orilla de la playa. El alzado del balneario original todavía se observa a pesar de las continuas ampliaciones.

Por Orden Ministerial del 6 de mayo de 1959, la titularidad del balneario es transferida al hijo del concesionario, quien comienza a ofrecer a los clientes del balneario un servicio de restaurante. Las obras de ampliación se legalizaron por Orden Ministerial de 13 de mayo de 1961, obteniendo también la autorización para cambio de aprovechamiento a restaurante-balneario.

Es en ese momento cuando las dimensiones del balneario se amplían hasta 834,17 metros cuadrados y se agrandan las naves laterales, la parte central, y en la nave izquierda, y orientando su proa hacia la orilla, aparece la forma de barco en uno de los salones destinado a comedor, quedando definida de este modo la configuración actual.

Durante 1980 se realizó la regeneración de la Playa de la Puntica. Fue entonces cuando el balneario pasó a estar muy próximo a la orilla, estando antes a más de 20 metros. Esto no ha impedido que el balneario haya seguido en uso hasta fechas recientes. Hasta 1980 estuvo completamente rodeado de mar y se accedía a él a través de una pasarela. Más tarde, la regeneración de la playa cubrió de arena todo el espacio desde el paseo marítimo hasta la entrada al restaurante. Hoy, bajo la pasarela hay arena, pero el resto del restaurante está sobre el mar.

En febrero de 2013, la Dirección General de Bienes Culturales, a requerimiento del Ayuntamiento de San Pedro, y posteriormente de la Demarcación de Costas del Estado, informó favorablemente la propuesta del desplazamiento mar adentro del balneario, para volver a conferirle su imagen original de construcción palafítica sobre el mar, siempre que en el proyecto «se respeten sus características volumétricas y espaciales y sus características constructivas esenciales».

La doctora en Historia del Arte y catedrática de la Universidad de Murcia Cristina Gutiérrez-Cortines, realizó a finales de los años 80 y por encargo de la entonces Consejería de Cultura de la Región un trabajo sobre los balnerarios marmenorenses y su tipología. La que también fuera consejera y eurodiputada del PP catalogó en tres los tipos más característicos.

Las casas flotantes

Los más característicos son los de una caseta con el tejado a dos aguas, que a veces ocupa la mayor parte de la plataforma, siendo el elemento principal que lo define. El diseño de esta pieza recuerda al de una casa en miniatura, con su puerta normalmente en el centro y ventanas con contraventanas o celosías a los lados. Los ejemplares más representativos están en Los Alcázares. Todo el conjunto está rodeado por una barandilla con listones torneados.

La pagoda

De mayores proporciones que los anteriores, también simula una casa, pero como las construcciones acuáticas orientales, con tejados a dos o cuatro aguas, y en el centro una linterna cuadrada o rectangular con celosías en el frente. Es evidente la nostalgia hacia un exotismo oriental que se concretaba en sugerencias sutiles. El Floridablanca de San Pedro es un ejemplo.

La cabina del barco

Esta estructura es la de la mayor parte de los balnearios de Santiago de la Ribera. Las casetas se hallan en la entrada de la plataforma, unas veces a un lado, y otras simétricas, con una puerta en el centro que corresponde a la pasarela. En el frente hay un espacio amplio, con una barandilla y una pérgola con tirantes de madera, que en verano se

cubría con cañizo.