En una de las fotos, Susana Mendiela no mira a la cámara: está absorta observando algo que acaba de descubrir, y que está escondido entre las piedras. En diez años de trabajo, se acaba de dar cuenta de lo poco que le gusta que la retraten. Quizá porque está acostumbrada a que, por norma general, fotografíen lo que sostiene entre las manos. Su oficio es arrancar los huesos de la tierra y buscar en ellos la identidad de la Historia. Esta arqueóloga ilicitana, aunque con raíces murcianas y estudios en Arqueología e Historia en la Universidad de Murcia, acaba de descubrir a los primeros agricultores y ganaderos que poblaron la península en el periodo del Neolítico Antiguo.

Los restos de seis personas, que ella misma identificó como humanos, y además algunos infantiles, fueron encontrados en Cova Bonica, en Vallirana (Barcelona), donde excavó, documentó y clasificó hasta 98 huesos para su posterior estudio en el laboratorio.

«En la Península Ibérica existen muy pocos ejemplos con restos humanos neolíticos tan antiguos y además proceden en su mayoría de excavaciones antiguas sin (o poco) rigor arqueológico. Antes de la llegada de las poblaciones neolíticas a la Península, que contaban con una economía productiva, había en este territorio una débil ocupación de grupos cazadores-recolectores del Mesolítico», explica la arqueóloga.

Esto convierte a la Cova Bonica en uno de los pocos ejemplos donde se ha documentado un conjunto de restos humanos no muy numeroso pero que presentan al menos un nivel arqueológico fiable. Este estudio ha permitido confirmar que estas poblaciones proceden de Oriente Próximo, y que no tenían relación genética con las poblaciones locales (mesolíticas). Eran dos mujeres, un adolescente y tres niños y, además, a partir del análisis de ADN realizado al diente de una de estas ‘mujeres del Neolítico’, se ha podido saber que eran «intolerantes a la lactosa, tenían la piel clara, los ojos marrones y el pelo oscuro».

Perfil

Los objetos comenzaron a tener un valor social

Los restos humanos de estos primeros colonos neolíticos y los elementos arqueológicos (como los objetos de ajuar o la fauna encontrada en el mismo nivel de la cueva) fueron desplazados hasta una zona llamada la ‘gran colada estalagmítica’, probablemente por la acción del agua que ha corrido por la caverna, cuenta la antropóloga. «Los huesos están tan concentrados por ese motivo». «Aplicar el concepto de materialista a estas sociedades sería aventurarse demasiado, lo que no hay duda es que estas poblaciones eran agricultoras y ganaderas; ello les proporcionaba (si las condiciones eran adecuadas) excedentes que tenían un valor social importante», explica Susana. Al mismo tiempo, dice, esto provocaría un abandono del perfil de nómada para fomentar un sedentarismo creciente y progresivamente una mayor complejidad social.